Un parto, un verdadero sufrimiento. Así se viven los últimos partidos del semestre en la vida de Quilmes. Porque el equipo va de gol en golpe, de derrota en derrota. Encima, esta vez volvió a caer sin argumentos, siendo superado por un rival que fue protagonista y que evidenció una idea de juego, y para colmo de males, fue Banfield, que festejó el triunfo como si fuera un clásico, para dejar hundido al conjunto de Quattrocchi en el último puesto de la tabla, después de sumar su novena derrota en diecisiete partidos disputados. El DT continuará al frente del grupo.

El dolor parece no tener fin. Porque el Cervecero volvió a ser una sombra dentro del campo de juego, al punto de no poder contrarrestar durante casi todo el partido la propuesta del rival. Principalmente porque Banfield fue Banfield: un elenco que ensancha la cancha, que le gusta tener la pelota y que toma las riendas protagónicas del juego con la sana intención de ir siempre en busca de arco contrario.

Pero claro, esta idea no le sale a la perfección, quizás por eso se entienda la floja sumatoria que tuvo hasta el momento en el campeonato. Muchas veces le cuesta ser profundo en sus incursiones ofensivas y suele regalarse bastante defensivamente, dejando muchos espacios a la hora de posibles contraataques adversarios. Quilmes sabía que se exponía a esa idea, pero pese a eso pecó de ingenuo y volvió a fallar.

Inclusive, después de haber pegado primero y de arranque: cabezazo de Scifo con flojo control del arquero. Ni así el QAC supo aprovechar las ventajas de un Banfield adelantado, ya que le costó poner en juego la pelota las pocas veces que la pudo cazar. Apenas una sobre el cierre, que corajeó Zacaría y que el Enki López definió de emboquillada por arriba del travesaño. En el medio, el adversario fue y fue… hasta que Noir, tras centro desde la izquierda de Zarif, le comió la espalda a un sorprendido Bontempo y coló el balón en el ángulo.

Con menos virtudes y más defectos, Quilmes se encargó de sacar delante de forma bastante decorosa esa parte inicial. Pero en el segundo, la historia sería completamente distinta. Armó una trinchera cerca de su área, no sostuvo la pelota y el Taladro fue y fue todo el tiempo. Una postura que ya había tomado en otros compromisos… y en todos les había ido mal. Este caso no fue la excepción. En medio de tanto sostén defensivo (con errores de todo tipo), promediando la etapa el local encontró un hueco para filtrar a Bertolo (de excelente ST), que fue derribado por Suárez. Penal y gol cambiado por el arquero Servio.

A partir de ese instante, Banfield se floreó, sacó a relucir las enormes distancias que hay entre uno y otro y desmoronó psicológicamente a todo Quilmes que se fue entregando mansamente a su cruda realidad. Más allá de eso, tuvo dos pelotas quietas que tranquilamente podrían haber significado un descuento, algo que no hubiera salvado al equipo de la desaprobación.

La tortura va llegando a su fin. Solo dos capítulos para que el Cervecero finalice con este suplicio, en medio de un ciclo que ya está terminado. El tiempo dirá cuan caro le saldrá al equipo todos los problemas y los errores vividos durante el semestre.