Nunca se le van a escapar de la retina los Panamericanos de Canadá. Sabrá Lautaro Rodríguez, el quilmeño de 19 años, que esos días quedarán para siempre en su memoria. Porque junto a Federico Grabich, Matías Aguilera y Guido Buscaglia logró el récord argentino en posta 4x100mts Libres. Esos 3m17s41 en los que consiguió el objetivo le valieron el ingreso al Hall de Honor de la Natación Argentina, obteniendo así el Premio Heracles, en el contexto del Campeonato Argentino de Natación, que se desarrolló durante diciembre en el CeNARD.

“El Panamericano fue una de las mejores experiencias de mi vida”, dijo Rodríguez públicamente, todavía con una felicidad inmensa. A pesar de que el récord argentino no les alcanzó para obtener alguna medalla, el rendimiento fue muy bueno: quedaron cuartos. Primero fue Brasil, con un tiempo de 3m13s66; segundo, Canadá, con 3m14s32; y tercero, Estados Unidos, con 3m16s21.

Rodríguez comenzó su carrera como nadador hace nueve años y se volvió una de las grandes promesas del deporte amateur del QAC, donde se lo destaca como una de las tres máximas figuras deportivas de la institución. La clasificación a los Panamericanos, de hecho, fue algo muy celebrado por la institución. Sobre todo, porque, aunque apenas tiene 19 años, quedó segundo en los 100 metros libres, detrás de Grabich, un nadador que está rompiendo las marcas que había dejado José Meolans.

La especialidad de este quilmeño es el estilo Libre, donde saca diferencia en los 50, en los 100 y en los 200 metros. Su gran nivel se sostiene en su capacidad para entrenarse incansablemente bajo las órdenes de Cristian Rosenhoffer: hace doble turno los lunes, martes, jueves, viernes y domingos. Y a eso le suma arduas jornadas en el gimnasio. Todo ese trabajo va en una dirección, que es un sueño: llegar, alguna vez, a los Juegos Olímpicos y lograr marcas como las de Michael Phelps, a quien considera un ídolo.

Sin dudas, el 2015 fue un gran año para Rodríguez, que arrancó en enero a concentrarse en el CeNARD. Luego, se clasificó para el selectivo de Mar del Plata, hasta llegar a competir primero en Estados Unidos y, después, en Canadá. Rosenhoffer, quien lo conoce desde que era chico, sostuvo que siendo un nene ya tenía características diferentes que se podían ver en la manera de arrancar.

“Cuando los resultados son buenos, hay que aprovechar para motivarse y trabajar más duro. Pero cuando no están, hay que agachar la cabeza y apuntar a lo que viene”, aclaró su entrenador, que sabe que entre manos tiene a un gran talento que, seguramente, seguirá construyendo temporadas impresionantes.