No merecía volverse con las manos vacías. La actitud y el coraje de este conflictuado plantel de Quilmes debía traerse algo de su excursión por la siempre difícil ciudad de Rosario. Y en medio de buenos y malos momentos, dio pelea y pudo haberse quedado con la victoria, que se le escapó a solo cinco minutos del final. Es cierto que enfrente tuvo a un muletto de Rosario Central porque los titulares fueron cuidados para la Copa, pero en este momento tan duro, todo punto cotiza en oro.

La expectativa era doble para este cotejo. Por un lado, que podían llegar a mostrar los suplentes de Central, aquellos que menos minutos tuvieron en el certamen pero principalmente, que es lo que iba a mostrar el Cervecero después de una semana completa sin entrenar por la deuda económica de cinco meses que hay con el plantel. ¿Iba a poder aguantar físicamente? ¿Le podría llegar a costar un encuentro para el que no hubo planificación dentro del campo?

Bueno, la resultante de esto fue un partido en el que el local mostró un estilo muy parecido a su conjunto titular, con mucha tenencia de pelota pero, al cambiar los intérpretes, sin tener demasiada profundidad y resolución en los últimos metros. Mientras tanto, el QAC presionó bastante y aprovechó cada una de las posibilidades que tuvo para salir inyectado hacia el área contraria. Cuando el partido se dormía, al cierre del primer tiempo, un cabezazo de Imperiale dejó a Andrada mano a mano y este, definiendo entre las piernas del arquero, puso la ventaja.

Los cambios le dieron más opciones ofensivas a los dirigidos por Coudet en el tramo complementario, pero siguió fallando por sus urgencias, sus nervios y cierta inexperiencia de varios de los delanteros juveniles que están disputando sus primeros compromisos en la categoría. Eso lo agrandó a Quilmes que, saliendo rápido de contra, tuvo un par claras para definirlo. La mejor: buena corrida y mejor centro de Bontempo por la izquierda, que Mansilla tiró por arriba del travesaño al quedar mano a mano con Manuel García.

Hubo algunas más, pero los de Grelak dejaron pasar el tren. Con más ganas que ideas, Central se fue para adelanto, por momentos lo maniató y aunque le costó, aprovechó un error defensivo para igualar la historia. Tras un centro llovido, Mauro Cetto quedó solo dentro del área y de cabeza puso el balón contra el palo.

El cierre quedó para un puñado de intenciones de los locales, sin poder generar demasiado. Para Quilmes, el orgullo de haber sacado el pecho en un momento deportivo bravo y no haber perdido en una cancha histórica. El dolor queda por la quinta amarilla del Chapu Braña y la despedida que no va a poder ser dentro del campo de juego. Sensaciones de un presente duro y complejo, que tendrá un primer cierre de historia en apenas siete días.