Aunque las derrotas siempre son derrotas, puede haber grandes diferencias. En el momento en que llegaba Quilmes al Estadio Monumental, verlo teniendo una actuación de mayor a menor, por momento convencido de atacar a River y tratando de mostrar una imagen más convincente a la mayoría de las últimas fechas, fue un paso positivo. Sin conformarse con la derrota, el balance puede ser alentador pensando en el futuro y en el nuevo ciclo que empieza este lunes con Cristian Díaz.

El Cervecero afrontó este partido ante un River que llegaba con un andar ganador y en crecimiento de su producción colectiva, en medio de la tormenta que generó la salida de Grelak y la conducción interina de Leonardo Lemos, quien se hizo cargo del equipo hasta que este martes Díaz asuma después de firmar su contrato.

Por eso, el DT momentáneo no podía cambiar demasiado las bases de un conjunto que ya no lo tendrá al comando para le facha que viene. Sin embargo, mostró diferencias y jugó como el conductor quiso: una formación corta, que se abroquelaba bien atrás para defenderse ante la superioridad en el manejo que tenía el adversario, pero que tampoco se limitó a eso y en más de una oportunidad llevó peligro al arco contrario.

Lo mejor de esa imagen se vio en los primeros veinte minutos. Metido, apretando y yendo al frente, pisó con peligro el área contraria. Claro que, a medida que pasaron los minutos, el local lo fue llevando a su terreno. Justamente, el tramo final del primer tiempo y el arranque del segundo fue el mejor momento del Millonario. El manejo de Nacho Fernández, el respaldo de Ariel Rojas y la peligrosidad constante de tipos con categoría en la ofensiva, fueron decisivos.

Claro que, increíblemente los goles llegaron con un QAC adelantado. Una pelota perdida en ofensiva y en medio de un retroceso rápido, Orihuela patinó después de no haber podido revolear una pelota y le permitió al recién ingresado Rodrigo Mora tirar un buen centro, para que le bajen a la pelota al goleador Alario y éste (después de cometer infracción) tocó el balón a la red.

Faltando poco, al Cervecero le faltó resto para arriesgar un poco más y en otra contra, el mismo número nueve millonario fue el que finalizó una gran jugada que empezó otra vez Mora y siguió Driussi.

Un cierre digno para un partido de los más difíciles del calendario y que llegó en un momento complicado. Ahora arranca una nueva etapa, con nueva conducción en el banco de suplentes y mayores obligaciones. Es el momento de empezar a sumar, para que el descenso no se transforme en una situación más complicada con la que Quilmes ya debe convivir por esta etapa de la temporada.