Nací el 26 de enero de 1940, en Capital Federal. Mi padre, simpatizante del Quilmes A.C. me llevó desde muy pequeño a ver al glorioso albo, el cual se clasifica campeón en 1949. En esos años, ya empezaba a mover la pelota en los campeonatos de baby fútbol de Quilmes, ciudad que siempre me cobijó, ya que mis padres vinieron a vivir en esta hermosa capital del té con leche y el mate cocido.

Recibí la pasión por el fútbol de mi padre y comencé a jugar en equipos de once para el Club 21 de Julio. Allí disputé el campeonato infantil Evita, que era un hermoso torneo, y en 1952 salí campeón con el C. A. Liniers en un campeonato organizado por el Quilmes A.C. en su estadio. En ese equipo estaban Ayala, arquero que luego jugó en la 1º de Boca Juniors, Juan Cecchino, Goes y Lito Votano, los cuales jugaron en River Plate y en Quilmes. En esa época, los más chicos del equipo éramos Felipe Saglimbeni y yo.

Empezaron los sueños. Veía a Quilmes y soñaba con jugar algún día en Primera. Apareció en 1953 un gran equipo de fútbol amateur: Atlético Halcón Negro, ejemplo de escuela de fútbol, deporte y cultura. Ahí fui creciendo de pibe con el fútbol como pasión en mis pies, hasta que por mis amigos que estaban en la octava de River, me llevan a probar a ese club. Imaginen la alegría de este benjamín de Quilmes, probándose en el Club Atlético River Plate, que era dirigido en esos momentos en inferiores por el maestro Don Renato Cesarini, un mensajero del Fútbol Moderno.

La historia empieza a forjarse. Soy elegido entre 200 aspirantes e integro sus divisiones entre 1954 y 1958. Mis compañeros en River que llegaron a primera fueron: Roberto Paz, Tedesco, Pizarro, Coppola, Ermindo Onega, Hugo Zarich, Luraschi y Juan C. Sarnari. En 1957 a Don Renato Cesarini lo contrata la Juventus y el popular “Tano” se va a Italia. En el 58 me dirige José Ramos y en 1959, por pedido de Argentino de Quilmes, voy a préstamo por un año a ese club, el cual competía en la división C del Campeonato de AFA. Hacia allí partí con mis ilusiones intactas, junto a un compañero de River Plate, Raúl Tallarico. Comienza una historia a puro fútbol.

Cuando llegué, el campeonato ya empezaba y en mi primer partido juego en reserva contra Sacachispas en el Bajo Flores. Convertí el gol y empatamos el encuentro. La Primera ese día perdió 1 a 0. Es así que, durante la semana, el técnico me observa y me da las máximas para debutar en Primera. Tocaba jugar de local contra el C.A. Flandria. En la semana previa al partido, llovió mucho y el río salió de su cauce llegando hasta la cancha del Mate, por lo que el partido se disputó en el estadio Cervecero de Guido y Sarmiento.

En ese debut, el DT era el hijo de Fernández Roca, un técnico -su padre- de experiencia en la categoría. Me pide que, en mi puesto de insider derecho en aquella época, hoy carrilero por derecha, debía jugar y tratar en lo posible de anular a un player del C.A. Flandria que era muy bueno. Éste era nada más y nada menos que el negro Quevedo, un gran futbolista que años atrás brillara en Argentino de Quilmes. Jugué bien en el debut, evitando que Quevedo pudiera inquietar al equipo Mate.

En ese día tan precioso, estuve acompañado de grandes jugadores que en esos momentos integraban el conjunto blanquiceleste. Uno era Argentino Geronazzo -un trotamundo del fútbol que escribió libros y fue luego la mano derecha de Osvaldo Zubeldía-, centrojás de los de antes como fue Palito Balay de Racing, el Nene Guidi de Lanús o Rattín en Boca Juniors. Era patrón y señor del medio campo, siempre dio consejos sanos y, con el correr de los partidos, fue el pívot que tenía a mis espaldas. También José Florio, un goleador nato, jugador internacionl, ex Lanús, San Lorenzo y Torino de Italia. Todos muchachos ya de unos 30 años, yo recién empezaba.

Ganamos 4 a 2 y así comienza esta hermosa historia de fútbol. Mi pasión empezaba en la cancha del Cervecero, donde luego durante cuatro años vestiría esa casaca blanca y azul que tanto quería y querré. Jamás se me va a olvidar ninguno de los momentos tan hermosos pasados en Argentino de Quilmes, Subcampeón en 1959 y en 1966, y tampoco con el Quilmes Atlético Club, Campeón en 1961.

En próximas notas seguirán estas apasionadas vivencias futbolísticas de parte de un jugador quilmeño, que vistió las dos divisas más grandes de esta ciudad: Argentino de Quilmes y el Quilmes Atlético Club.