El calendario obliga a seguir presentándose pero para Quilmes su función en esta temporada terminó hace unos días atrás. Con el descenso consumado y con un futuro deportivo que vendrá cargado de cambios ante la necesidad de corregir errores en la Primera B Nacional, el Cervecero se presentó por última vez como local ante Arsenal. Frente a un adversario que necesitaba sumar, los dirigidos por Cristian Díaz dieron pelea y la historia finalizó igualada.

Difícil hablar del momento futbolístico en la tarde del Centenario, cuando la cabeza está puesta más en el segundo semestre que en estas jornadas que restan por disputarse. Más allá de eso, y con algunos cambios por las bajas de algunos futbolistas, el QAC jugó un partido de ida y vuelta en la primera mitad. Repleto de errores debido a las carencias de los dos equipos, pero de ida y vuelta.

Ante cada golpe de Arsenal, el Cervecero respondió rápidamente. Primero fue Botinelli con un tremendo cabezazo el que puso en ventaja a los de Sarandí. Pero en el mejor momento del mediocampo, con Brandon Obregón como destacado, el local presionó y llegó a la igualdad con otro testazo, en este caso a través de Maximiliano González. La visita volvería a pegar, a través de un remate cruzado de Federico Milo y unos minutos más tarde, Pérez Acuña rompería el arco, para alcanzar otra igualdad.

El segundo tiempo estuvo de más. Al menos hasta los últimos cinco minutos, esos fueron los minutos en los que el Arse se la jugó y estuvo cerca de ganarlo: remate de Sánchez Sotelo al palo; otra vez el nueve, ahora de cabeza le acertó al otro caño; y en la última, Rigamonti se tiró para tapar un disparo de gol abajo del arco. Quizás hubiera sido demasiado mérito para un conjunto con obligaciones, pero que se acordó tarde de buscar la diferencia.

Ahora solo le resta un partido al Cervecero. Cuando visite a Estudiantes se terminará esta excursión penosa, dolorosa y olvidable de una temporada en la que tenía todo para consolidar su presencia en la elite del fútbol nacional, pero que a medida que pasan los días se torna más insólito su desenlace. Y el sentirse que ya no formará parte genera mucha bronca. Casi como nunca antes.