Infartante noche de fútbol en el Centenario. Principalmente para el hincha de Quilmes, que vivió mil sensaciones distintas durante los noventa y pico de minutos que duró el juego. El equipo dirigido por Leonardo Lemos se repuso de una desventaja en el tanteador, aprovechó errores de Chicago en el segundo tiempo y con un amor propio encomiable y una entrega total de cada futbolista, se quedó con tres puntos vitales en medio de un juego a pura emoción. Sigue con vida.

Era el gran partido de la jornada porque los dos equipos no estaban en condiciones de especular. Cada uno en su tema o con sus obligaciones, pero lo cierto es que para mantener expectativas a futuro, tanto en los promedios como en la lucha por el ascenso directo, debían ganar. Y en medio de eso, salió un duelo con intensidad, dinámica y mucho vértigo que, sumado a los errores de ambos lados, lo transformaron en dramático de principio a fin.

Arrancó mejor Chicago con un Pitu Gonzalez muy activo, siendo el conductor del equipo que, supo sacar su ventaja rápido. Contraataque después de una perdida insólita en la mitad de la cancha y, un pase en profundidad permitió el giro de Nicolás Franco, que clavó el balón por el segundo palo. Eso alteró el momento del QAC y esto podría haber sido aprovechado por la visita, que logró acertarle al travesaño y contar con un mano a mano que Ledesma le tapó a Sanchez Sotelo.

Con enjundia y ganas, el Cervecero reaccionó a través de las pelotas quietas. Un par de rebotes después de los envíos aéreos generaron posibilidades en primera instancia y también en los rebotes que, abajo del arco, no supieron definir con la efectividad necesaria. Se iba la primera etapa y al local le quedaban por delante 45 minutos para remontar la historia y no quedar prácticamente condenado al descenso.

La respuesta inmediata se la dio Chicago. Una mano increíble de Adrián Scifo en el área le dio la chance del penal. Anselmo lo cambió por gol y al minuto ya estaban igualados de nuevo. Ese tanto envalentonó a uno y bajó la expectativa en el otro. Esa energía y ganas que transmitió el Cervecero, generó que una corrida de Tomás Blanco (una de las figuras) terminará en segunda amarilla para Adrián Gonzalez. Y si faltaba algo para terminar de confirmar este momento: Anselmo pescó un balón que, haciendo una parábola extraña (o perfecta) se coló contra el palo.

Ahora el necesitado estaba en la otra vereda. Y esa situación le terminó jugando una mala pasada a los de Mataderos. Principalmente a su arquero Agustín Silva: después de quedarse con una pelota que los dos delanteros de Quilmes no supieron definir, quiso salir jugando, regaló el balón y Brandon Obregón, sin pararla, definió desde veinticinco metros, para generar el delirio total en el estadio. Sin demasiado tiempo, Chicago llegó al descuento por un penal ejecutado por Melo y tras que la pelota rebotara en el travesaño y en el arquero.

Pero a esa altura, el delirio y la emoción ya tenían dueño. El Cervecero se regaló una victoria de esas que sirven mucho. Por el valor de los puntos en una parte decisiva de la temporada, por dejar momentáneamente el último puesto de la tabla de los promedios, por la buena vibra que deja en el ambiente y por poder darse el gusto de continuar con expectativas. Quedan dos fechas por delante y tendrá que seguir sumando. Aunque eso, esta noche de lunes, momentáneamente pasa a segundo plano. Se celebra el seguir con vida.