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Un gigante pisó fuerte en el Parque de la Ciudad. Toda una visita de lujo: Carlos Delfino, uno de los exponentes de la generación más importante que haya dado el básquet nacional, dictó una clínica en la que participaron muchos chicos quilmeños. El NBA, alero de los Milwaukee Bucks, dialogó en exclusiva con DQ acerca de la importancia de promover el deporte y de su próximo desafío con la Celeste y Blanca en el torneo Preolímpico.

Acompañado por Gustavo Pato de Benedetti, entrenador que lo dirigiera en la selección, el santafesino dejó a la vista de los chicos toda su onda y su carisma, en una cancha armada sobre un piso de goma, y con un aro con red de cadenas, al estilo Bronx. Además de aprender aspectos básicos del juego, los pibes recibieron de regalo la camiseta oficial de la Selección Nacional. Luego de cansarse de firmar autógrafos, Delfino charló con Deportes En Quilmes.

- Siempre ligado al básquet, pero esta vez desde un ángulo diferente…

- Sí, cuando tenés posibilidad de estar con los chicos y venir a dar un poquito de tu tiempo… para ellos significa un montón. Por eso, es lindo poder enseñarles un poquito de lo que uno hace. Si les sirve para divertirse, si les sirve el futuro o para inclinarse para el deporte, mejor todavía.

- Hay un costado social y el otro en el que los chicos conocen más profundamente un deporte como el básquet…

- Quizás no se trate del deporte más popular, pero los chicos se enganchan y a mi me encanta enseñarles, aunque después no salgan jugadores de básquet. Que estén dentro de una disciplina que, si no llegan a ser profesionales, te enseña a compartir, te da muchos amigos y te mantiene siempre dentro del camino de la salud y la educación, siempre es positivo.

- ¿Cómo te sentís en esta faceta?

- Me encanta, por eso he hecho Campus y trato de venir cada vez que me convocan, porque yo también fui chico y cuando tenía de compartir cinco minutos con alguien que veía por televisión, de cualquier disciplina, era bárbaro y una experiencia que no te la saca nadie. Por eso trato de compartir con ellos, simplemente de chocar los cinco, de saludarlos, para muchos puede ser una experiencia inolvidable.

- Yendo al plano deportivo, te tocó vivir un año muy bueno más allá de la lesión, y se viene el Preolímpico…

- Sí, ahora descansando, después de un año difícil. Raro por el tema de las lesiones y todavía un poco caliente por como quedamos afuera de los Playoffs. Ahora faltan tres meses para empezar a entrenar con la Selección y con un Preolímpico que todo el mundo está esperando (NdeR: se jugará en Mar del Plata desde el 30 de agosto al 11 de septiembre) y que todos los jugadores vamos a tratar de estar de la mejor manera porque sabemos que hay muchas expectativas y queremos estar a tono con eso.

- ¿Estimula volver a jugar en Argentina?

- Seguramente. Jugar delante de toda esa gente que siempre representamos y que nos da tanto cada vez que tenemos la suerte de estar en el país, nos genera intentar darles algo a cambio. La adrenalina de afrontar un torneo oficial y la suerte de jugar no solo delante de nuestras familias sino de toda la gente, es muy fuerte.

- ¿Te sentiste cómodo en este paso por Quilmes?

- Bárbaro. Todos me trataron de diez, y la verdad que los chicos son unos fenómenos y me dieron un cariño enorme. Ojalá muchos de ellos salgan de acá picando la pelota, pero si la patean no importa, lo importante es que se involucren dentro del deporte.