A la hora del balance, seguro que ninguno de los dos equipos se habrán quedado conforme con el empate. En el medio de eso, quedaron noventa y pico de minutos, electrizantes, emocionantes en la que tanto Quilmes como Newell’s hicieron lo posible para sacar adelante un encuentro que se complicó por la gran cantidad de agua caída en el terreno de juego. A pura lucha, coraje y esfuerzo, los dirigidos por Quattrocchi estuvieron a la altura de uno de los protagonistas del torneo y contaron con situaciones de las más claras para poder sumar un triunfo necesario.

Las dudas en la previa sobre la realización o no del match tenían la justificación del clima: desde la mañana temprana la lluvia fue la gran protagonista de la jornada, lo que obligó al árbitro Andrés Merlos a salir en dos oportunidades a constatar el estado del campo. Y más allá de algunos lugares más complicados que otros, el césped del Centenario se la bancó bastante bien durante toda la jornada.

Pero este tema del agua obligó a cambiar la idea inicial de ambos. Pese a que la búsqueda del arco contrario se mantuvo en los dos conjuntos, las formas debieron cambiar y mucho. Transportar la pelota a ras de piso se hacía muy difícil y el balón llovía desde el aire en la mayoría de las ocasiones que se fueron dando. Y si bien Ñuls se mostró más profundo en el arranque, el Cervecero fue equiparando las cosas, al punto de llegar a tener tantas situaciones claras como su rival.

Pese al esfuerzo y las ganas, los errores en los equipos (en la mayoría de los casos por el agua acumulada) impedían la eficacia en las áreas. Y el primer gol se dio, exclusivamente por un error defensivo del QAC: Carrasco tardó en despejar una pelota después de haberla frenado en el aire, Dulcich salió a buscarla ante la indecisión, pero la situación fue aprovechada por un inteligente Maxi Rodríguez, que puso la pierna y mandó el balón a la red.

Fue un cimbronazo importante para los dirigidos por Quattrocchi que comenzaron a notar como la historia de los errores propios volvía a darle un cachetazo. Por suerte para el team, el empate se dio rápido. Después de una pelota quieta, el baló salió despejado y desde el borde del área grande, Klusener la terminó colocando en el ángulo del segundo palo. Tremendo golazo e igualdad al descanso.

Con el terreno más fangoso por las pisoteadas generales y en el momento de la tarde donde más arreció la lluvia, el partido se hizo más complicado de jugar en el segundo tiempo. De cualquier manera, ninguno de los dos cesó en sus intentos y casi tienen su premio. Para Quilmes, producto de un Fernández que corrió cada pelota, sacó varios remates y en la más clara, casi dentro del área chica, le pegó mal a la pelota y Ustari la sacó con las piernas sobre la línea.

Si el Cervecero tenía ocasiones, era porque aprovechaba la postura de Newell’s en el campo, que le daba espacio para la contra en muchos pasajes del juego. Mientras tanto, los rosarinos hacían su diferencia por la izquierda del ataque, con un maxi siempre movedizo y un Milton Casco que en esa etapa fue un delantero más durante varios momentos. Por eso, Dulcich tuvo que salir a achicar y tapar alguna opción del visitante.

El cansancio ya hizo mella para los últimos minutos, por eso les costó estar certeros y el partido se fue sin emociones importantes. Pese a eso, la buena cantidad de gente que terminó desafiando a la lluvia, terminó aplaudiendo al QAC tras el pitazo final del árbitro. Es que, el equipo mejoró ante un rival complicado, pudo haberlo y le deja una nueva esperanza abierta para seguir por esta sintonía. Claro que, la falta de triunfos siegue siendo un condicionante, que no le permite mirar más allá del día a día.