Ir a Parte I: De la Grecia Clásica a la Edad Moderna

El cuerpo comenzó a cobrar mayor importancia con hombres como Nietzsche (1844-1900) quien pone en juicio el valor de la razón al hablar de la energía vital frente a la frialdad de los conceptos y Freud (1856-1939) que le da importancia a la sexualidad humana al hablar de los impulsos como empuje energético y motor que orienta al organismo hacia una finalidad.

Con Merleau Ponty (1908-1961) se destaca la idea de cuerpo propio como cuerpo vivido y se piensa a la existencia humana como unidad de cuerpo-conciencia-mundo. Siguiendo las concepciones fenomenológicas de Husserl (1859-1938), la conciencia se entiende como algo trascendente, es decir que el Yo no es interioridad pura, sino que sale de sí hacia el mundo, y éste no es algo externo, sino que constituye al sujeto. Sartre (1905-1980) consideró que: “el cuerpo y su vivencia son los principales medios a través de los cuales tomamos conciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno”. Además, plantea que nuestra presencia corporal en el mundo se da en tres niveles: el cuerpo para uno mismo, el cuerpo para el otro y el cuerpo para el otro percibido por uno mismo. Según Sartre es en este momento cuando uno empieza a preocuparse por la impresión que causa en el otro, pudiendo o no modificar el actuar.

En las corrientes más actuales, se observa que se tiene una representación más global del ser, es decir, que el dualismo imperante hasta hace no mucho tiempo se comienza a superar con los aportes de diferentes pensadores, entre ellos, Le Boulch, creador del método psicocinético, quien plantea que: “la ciencia del movimiento humano no puede homologarse con el estudio de una máquina compuesta de palancas, bisagras y músculos, sino que debe partir de la existencia corporal como totalidad y como unidad” .

Su concepción se relaciona con la de cuerpo propio, desechando a la de cuerpo objeto. También toma datos de las ciencias de las conductas, como la psicología cognitiva: “los movimientos y actitudes de una persona no son accidentales ni determinados por el azar, sino que son significantes y están unidos a las motivaciones fundamentales del organismo”. Además, considera que estos movimientos no son “en sí” sino que son “en relación”, ya que el hombre se desenvuelve en una sociedad con características propias. La idea de entender al ser como unidad es compartida por la corriente psicomotricista que tiene como principal exponente a Lapierre.

La psicomotricidad surgió a principios de siglo para destacar la relación entre lo Psicológico (psico) y la forma de manifestarse (motricidad). Tiene como base científica la psicogenética de Piaget, donde entre otras cosas, surge la noción de esquema corporal como referencia inicial y el psicoanálisis de Freud, donde a partir de las experiencias, vivencias y cargas inconcientes se crea la imagen corporal -forma en que el hombre se ve a sí mismo-. Esta comprensión del hombre de su imagen corporal resulta fundamental para desarrollarse y afirmarse como ser en el mundo.

En la actualidad se ha dado una revalorización del cuerpo, todo gira en torno a él. Se ha convertido en un objeto de consumo que desencadena en quienes no lo pueden satisfacer, una especie de ocultamiento, vergüenza como forma de exclusión, fácilmente observable en clases de Educación Física o prácticas deportivas donde se margina al gordito, al débil o al menos hábil. Pero este problema supera los ámbitos escolares y deportivos, este cuerpo-máscara que supone una especie de mercancía donde todo se compra o se vende, ha alcanzado también a la vejez, la cual está totalmente desvalorizada por el mito de la eterna juventud. Entrar en la tercera edad, ya no implica un reconocimiento, sino una fuerte lucha contra la discriminación, contra lo que se era y se podía hacer. Este problema se acrecienta en la población con las diferencias socio-económicas existentes, generando la incógnita: ricos y pobres, ¿pueden tener el mismo cuerpo?

Es por esto que llamo e invito a todos los actores relacionados con la educación y el deporte a reflexionar sobre el tema y fomentar su práctica sin discriminación de sexo, condición física, edad, religión, procedencia o estrato social, entendiendo al Deporte como herramienta fundamental de inclusión e integración social.