Aburrieron durante un rato largo. Se acordaron de jugar durante un lapso corto. Apenas alcanza para el aprobado, el compendio de los noventa minutos que llevaron adelante Belgrano y Quilmes en Córdoba. Un primer tiempo que fue un verdadero espanto, casi sin remates a los arcos y un segundo donde se abrió rápido el tanteador y hasta que llegó el empate se hizo de ida y vuelta. Para los dirigidos por Pablo Quattrocchi, el empate fue positivo, pero solo mostró algún rasgo positivo durante los casi veinte minutos en los que fue en búsqueda del empate.

Los dos venían a los tumbos y lo terminaron ratificando dentro del campo de juego. Lucharon y pelearon más de lo que terminaron mostrando con la pelota en los pies. Poco ofrecieron al espectáculo, por lo tanto, casi que parecería difícil cuestionar al empate final como un resultado lógico, más allá que los locales fueron un poco más insistentes hasta el minuto final.

Si el comentario del partido es más breve, mucho tiene que ver la primera mitad, donde lisa y llanamente, no pasó nada. Al menos, nada que permita el goce o disfrute de los que pagaron una entrada para ir al estadio o para la gran mayoría que se quedó pagada a la tele para seguir las incidencias del juego desde larga distancia. Apenas un par de remates muy desviados de un par de futbolistas del Pirata, el manejo de pelota que mostró en cuentagotas Zelarayán y… si, la aparición de un perrito que se metió al campo y le sacó una risa a varios.

El gol de Furch (después de una gran habilitación de Zelarayán que continuó Velázquez) cuando apenas se jugaba un minuto, sacudió a la modorra general. Lo obligó al Cervecero a adelantarse y en ese momento se vio lo mejor del visitante. Tuvo más el balón, sobre todo con el ingreso de Pitu Gonzalez, se adelantó en el campo, arriesgo más y comenzó a hacer transpirar a Olave, que hasta el momento casi no había usado sus guantes.

El premio llegaría después de un corner de Cabrera desde la derecha, que cayó casi por el segundo palo, para que lo conecte de forma rara Martínez y señalara el empate. Iban veinte minutos, pero a partir de ese tanto Quilmes volvió a fojas cero. Decidió cuidar el empate, a pesar que a Belgrano no le sobraban ideas ni formas para mostrarse superior. Pero fue el que más insistió, por eso Benitez debió tapar en dos ocasiones, para terminar rescatando el empate.

Para el QAC fue eso y nada más. Un punto, un empate que le sirve para estirar el momento pero que sigue desnudando sus falencias, sus dificultades, sus problemas y lo intrascendente de su idea futbolística. Algo que se agudiza con el correr de las semanas. Veremos hasta cuando resiste de esta manera.