Parece una marca registrada de estos últimos tiempos. No hay partido en el que Quilmes no se mande un macana que le sirva a los rivales para terminar de inclinar la balanza a su favor. Y este caluroso domingo no fue la excepción. En el Ciudad de La Plata, los dirigidos por Quattrocchi la venían llevando bastante bien ante una formación alternativa de Estudiantes, pero el colombiano Montaño se hizo expulsar de forma infantil en el arranque de la segunda mitad, el equipo se retrasó excesivamente en el campo y el local sacó la diferencia en el final. Después de una dura charla en el vestuario, la continuidad del DT está en duda.

En el Cervecero se había tomado este partido como la posible continuidad de una recuperación, en parte de su juego, pero principalmente en resultados. Después de haber merecido ganar el último compromiso como local, se medía ante un Pincha con valores que no son lo habituales titulares y eso seguramente iba a emparejar la historia. Y se permitía soñar…

Y el primer tiempo, salvo en los diez minutos iniciales, donde el local amagó con querer llevárselo por delante, la verdad que la transitó casi sin dramas. Bastante tapado por los costados, a Estudiantes le costó abastecer de forma clara a Vera, su hombre insignia en esa parte inicial. El uruguayo se enredó con la pelota en la única que tuvo abajo del arco, ni bien comenzado el cotejo.

Lo de Quilmes tampoco era para tirar manteca al techo. Inconexo, con poca claridad a la hora de tener la pelota, la movía con criterio cuando circulaba por los pies de Braña, pero el arco rival le quedaba lejísimo. Por eso, terminó recurriendo a los remates de afuera y en uno de ellos, Zacaría tuvo la más peligrosa, haciendo estirar al arquero Navarro, que dio un rebote largo que no pudo tomar Klusener. Antes habían pedido mano ante un salto de Montaño, que pegó en un defensa rival. El árbitro Herrera ni mosqueó ante ese pedido.

Pero todo cambió ni bien arrancó la segunda mitad. Una tontera de Montaño al pararse delante de la pelota en un tiro libre en la mitad de cancha, impidiendo el juego rápido del rival, obligó al juez a sacarle la segunda amarilla (la primera la había visto a los 25 segundos de juego), condicionando el andar del equipo de ahí en más. Porque se retrasó muchísimo, entregó la pelota, le dio el protagonismo absoluto al rival, que ya contaba con varios de los titulares más destacados (Correa y Carrillo) en cancha.

Y fue Quattrocchi quien intensificó esa idea, con cambios sumamente defensivos (delantero por delantero y el moreno Santiago Martínez por un flojo Pitu González), lo que colocó al partido casi todo el tiempo en el área visitante. Y de tanto ir, pese a errar caminos en algunas y de hacer revolcar a Benítez en otras, tuvo su premio en un rebote: la pelota quedó muerta y Aguirregaray en posición de nueve, terminó definiendo cruzado. Faltaban diez minutos y el mundo volvía a caérsele encima al QAC.

Entró Ilarregui, se adelantó en el campo y forzó con los centrales jugando de nueve. Pero fue a los ponchazos y la gran oportunidad nunca apareció. Entonces llegó el final y una vez más se quedó con las manos vacías. La falta de calidad dentro de un plantel sin demasiadas alternativas es un punto clave de esta historia, pero son errores puntuales que se repiten los que lo siguen hundiendo en el fondo de la tabla.

La salida del estadio fue en silencio y con versiones de un vestuario convulsionado. El DT se presentará mañana a la práctica, pero su continuidad por estos momentos está en duda. Momento duro y complicado, del que será muy difícil salir, sobre todo si el propio equipo se juega en contra.