Las ganas y la ilusión se toparon con la cruda realidad. La buena tarea de la semana pasada ante un rival de los pesados, había generado un entusiasmo que no tuvo su correlato en esta noche de sábado en el Estadio Centenario. La verdad indica que hoy Quilmes tiene adversarios que son superiores por varios campos de ventaja y uno de ellos es este laburado Independiente de Almirón. El Rojo fue más, por momentos muy superior y terminó quedándose con el triunfo, ante un equipo que muestra actitud para jugar, pero que carece de ideas y recursos para hacer alguna diferencia.

El fútbol hay veces que sabe de merecimientos y esta fue una ocasión. Más allá de las formas en la que lo logró, más allá de sentirse cómodo jugando de contra, porque logra hacer una mayor diferencia por esa vía, Independiente se quedó con un triunfo apretado en el resultado, pero de manera justa por el trámite del mismo.

Este Cervecero de Falcioni, que no se queda con nada guardado y entrega todo lo que tiene, da la sensación de tener genes de su entrenador, pero se queda en eso. Un elenco combativo, físico, que corre hasta la última pelota, pero a su vez, limitado futbolísticamente, con carencias evidentes en algunos sectores del campo, al que le cuesta ser prolijo y profundo con la pelota.

Pese a estas diferencias, la ventaja inicial (como tantas otras veces) llegó a través de un zapatazo de Mancuello, para sumar un nuevo golazo a sus vitrinas. Y aunque en su mejor momento, llegó el tanto del empate (tiro libre del Droopy Gómez que bajó de golpe y sorprendió a Rodriguez), hasta el cierre de la primera mitad maniató a Quilmes y siempre se mostró muy cerca del segundo tanto.

La diferencia del QAC en el segundo tiempo fue ajustar defensivamente algunos puntos, acertar un poco más en el manejo del balón y llevar el partido a otro sector del campo. Por momentos, la pelota se la dividieron mucho más entre ambos conjuntos. Pero si pagas en una pelota quieta a favor, rivales como éste no te perdonan: salida veloz de su propia área, que terminó con un centro preciso de Papa para una mejor definición del goleador Albertengo.

La expulsión de Buonanotte no hizo más que confirmar la postura de A la carga Barracas del Cervecero en los instantes definitivos. Los centros llovieron, pero las situaciones nunca aparecieron y en medio de tanto barullo, salió ganando el visitante que casi no debió despeinarse para sacar adelante el juego, inclusive hasta resignando el ataque en esos minutos finales.

Después de tres partidos, parece difícil poder saber en qué nivel está este Quilmes, o al menos para que estará a lo largo de la temporada. Si es cierto que, más allá del papel realizado en el Monumental, este equipo hoy por hoy no está a la altura de los principales candidatos. Pero tampoco puede especular demasiado, ya llega el tiempo de enfrentarse con rivales de otros kilates y allí sí, deberá estar a la altura de las circunstancias.