El refrán es conocido pero no por eso menos realista. El que quiere celeste, que le cueste refleja lo sucedido durante la tarde de este sábado en el Centenario. El Quilmes de Sava tuvo su primer encuentro flojo y no hubo manera que pudiera quebrar a un molesto, complicado y bravo rival como este Temperley que roba puntos en casi toda cancha que le toca presentarse. Mal con la pelota, inconexo colectivamente, el Cervecero apenas si pudo generar peligro, ante un rival que estuvo más cerca por los errores contrarios.

En algún momento se iba a cortar la racha súper positiva del QAC, pero enfrentar a un ascendido y jugando como local, había acrecentado el entusiasmo general. Principalmente del hincha, que llegó al estadio con la idea de ver a su equipo dominador y, a diferencia de eso, vio como estuvo maniatado desde el principio y dominado durante varios pasajes. Es que, el humilde Temperley estuvo a punto de ganarlo.

Los factores de estos fueron claros: Quilmes jugó muy mal individual y colectivamente, mientras que el Celeste es un conjunto que no baja la intensidad durante los noventa minutos, aplicado, que no comete errores y que no le da margen a ningún contrario. Y si a eso le sumamos la explosión de varios de sus futbolistas de mitad de cancha en adelante, se terminará de entender porque contó con más situaciones de peligro.

Es que, mientras no le encontraba la vuelta al trámite, el Cervecero comenzó a equivocarse y la visita aprovechó cada una de esas situaciones para poder agredir. Primero fue Brandan, después Esparza y por último Luis López los que se encontraron con el arco de frente y no supieron cómo resolver las oportunidades.

Solo un rato (diez minutos) en el que el Droopy Gómez contó con más espacios y la pelota fluyó más velozmente le permitieron al QAC llevarse por delante a su rival y probarlo a Crivelli, que tuvo poca acción a lo largo del encuentro. Hasta que la expulsión de Braña terminó trastocando las cosas y lo obligó a reforzar la mitad de la cancha y casi soñar con alguna heroica para poder convertir. Quizás hubiera podido si Pompei (de floja conducción), cobraba penal sobre Scifo, cuando éste recibió un codazo a poco del final.

Más allá de eso, a esa altura, Quilmes se había dado cuenta que no iba a ser su tarde y Temperley empezó a conformarse con un punto que le sirve, ante la incapacidad para aprovechar un contexto por demás favorable. En una etapa positiva de la temporada, el empate suma. Lo más importante está en el juego, ese que el Cervecero deberá recuperar para mostrar esa mejor versión que le trajo tantas buenas sensaciones.