Indudablemente, en los últimos tiempos le cae muy bien a Quilmes visitar Liniers. Porque en ese estadio ha logrado conseguir triunfos que generaron ciertos despegues del equipo y en este caso, el triunfo sobre Vélez le permite a los dirigidos por Alfredo Grelak, consolidar la levantada que el grupo evidenció hace siete días atrás. En un campo de juego complicado, el equipo se esforzó por dar vuelta el resultado y traerse tres puntos que cotizan muy bien en su cuenta.

Parece haberse despertado de su letargo. Con todos los problemas externos que siguen a cuesta, el Cervecero cambió la cara, futbolísticamente hablando al menos. Porque el DT encontró una base, el equipo encontró más seguridad y equilibrio, al punto de sufrir menos en el arco propio y seguir teniendo opciones en el contrario. Eso, en parte, explica el cambio en la racha de resultados. Aunque tampoco hay que dejar pasar la cuota de esfuerzo y su mejor feeling con la suerte.

En este caso, el partido siempre fue parejo, con un elenco local tratando de priorizar una mayor tenencia de pelota, pero apenas vulnerando cuando se encendía su carta más importante, Jorge Correa, habilidoso gambeteador surgido de la cantera. En cambio, el QAC apostaba a asfixiar, a cerrar caminos y a aprovechar cada una de las circunstancias que el juego le permitía. Y así, tuvo las mismas o más chances de gol que su rival. Y sino, más claras seguro.

Así y todo, pegó primero Vélez, porque tras una segunda jugada después de un corner a favor, Correa supo capitalizar un rebote de Dulcich luego de un disparo suyo de afuera del área y definió fuerte y cruzado. Si bien, la visita se vio afectada por el tanto, tuvo una primera mueca del destino a favor: corner que no fue y después de varios rebotes, Rescaldani la empujó abajo del arco, para hacer valer la famosa Ley del ex.

En el segundo, el local ya empezó a chocar con su impotencia y rifó demasiado la pelota para un Quilmes que estaba agazapado pero no entregado. Primero la erró increíblemente con Imperiale que no supo definir con el arco vacío una jugada que él mismo gestó al ir a presionar al arquero Aguerre. Pero un ratito más tarde, Chirola Romero picó al vacío (apenas adelantado) y le cedió la pelota al recién ingresado Brian Mansilla que, también solo con el arco, mandó el balón a la red.

El cuarto de hora final mostró la desesperación del local que intentó empatarlo por fuerza e intenciones más que con fútbol y un Cervecero que tuvo mucha más predisposición a cerrarse contra su campo y defender con uñas y dientes cada pelota. Quizás el premio suene a exagerado, pero la ficha estaba puesta para el que mejor supiera aprovecharla. Y ese fue el QAC, que volvió a ganar en Liniers ratificando su historia reciente en ese estadio y confirmando que está en condiciones de seguir peleándola en la actual temporada.