Otro momento delicado para Quilmes en la temporada. Solito el equipo de Grelak volvió a tirarse por el precipicio y a partir de la tercera derrota consecutiva sumada en la noche del domingo en Tucumán, volvió a aparecer implicado seriamente en la lucha por mantener la categoría. El resultado fue lapidario pero lo más preocupante es la actuación, ya que confirmó la pérdida de un estilo recio que le dio unidades en un tramo del torneo y terminó siendo ampliamente superado.

Las victorias consecutivas como local parecía que iban a desembocar en un final de año placentero para el QAC. Pero esto ya forma parte del pasado. El equipo se cayó definitivamente en su paso por la cancha de Atlético. Es cierto que erró algunas oportunidades en la primeara etapa, donde el partido resultó mucho más parejo. Pero todo se vino abajo a partir del segundo tanto, en el inicio del tramo complementario.

A partir de ese instante, el Cervecero se desdibujó al punto de parecer haber desaparecido de la cancha. Los tucumanos se apropiaron de la escena y fueron amos y señores del trámite, administrando con criterio la pelota y apurando cuando lo creían conveniente. Así fue que llegaron al tercer tanto, a cinco minutos del cierre, a partir de una jugada colectiva bien confeccionada, pero cuando la visita ya se arrastraba por el terreno de juego.

En el medio de eso, se vio a un Quilmes que se fue apagando con el correr de los minutos. Que salió a apretarlo al rival, pero que perdió la pelota enseguida, que no tuvo contención en la mitad de la cancha por eso el partido se hizo de ida y vuelta en la primera parte, pero que terminó de apagarse cuando el Decano tucumano abrió el marcador con un cabezazo de su goleador Zampedri (mal marcado) al cierre de esa mitad.

Lo del tramo complementario fue explicado anteriormente, dejando a la vista como balance una muy floja producción del QAC: sin ideas, sin rumbo, entregado por momentos y con la soga de los números que vuelve a apretarlo. A raíz de esto, los tres puntos con Temperley pasan a ser vitales para apagar los focos de incendio que volvieron a prenderse y para llegar al año próximo sin pensar que, de esta manera, el barco ya no tiene más rumbo.