Hundido y casi sin esperanza de poder revertir una historia tremenda, con un desenlace que parece empezar a tener un destino no deseado. Quilmes volvió a tener otra actuación muy floja y en un momento decisivo de la temporada, perdió por segunda vez en menos de una semana contra Defensa y Justicia. Demasiados cambios en el esquema y en los nombres, en una propuesta poco entendible del entrenador, para sumar su decima derrota sobre once partidos jugados en el año.

Ya no alcanza con mirar los números, hacer matemáticas, sacar la comparativa contra los otros rivales, ver cuántos puntos le faltan o cuantos debe sacar para estar a salvo. El problema hoy es mucho más profundo. Hoy el Cervecero está en terapia intensiva futbolística y parece no arrancar. No hay manera que juegue un buen partido, que cree situaciones de gol, que anote… menos aún que gane un partido.

Frente a Defensa, quizás acosado por los resultados en contra de los demás rivales (triunfos de Aldosivi, Arsenal y Temperley), Cristian Díaz decidió cambiar rotundamente su postura archi-conservadora de encuentros anteriores y apostó desde el minuto cero con una formación con menos marca en la mitad de cancha y dos hombres de punta. Claro que, ese equipo no tenía rodaje ni trabajo y solo se mostró más ambiciosa desde el temperamento porque en el juego se sacó un cero gigante.

Distinto fue el panorama para los de Varela. Sabiendo la necesidad rival, apostaron a su velocidad, no se desesperaron, apostaron más a la tenencia de la pelota que al juego del golpe por golpe y aprovecharon momentos justos para pegar golpes demoledores. Un centro desviado en el camino, generó que la pelota sobrepasara a toda la última línea cervecera y a espaladas de Orihuela entro solo Ignacio Rivero, que paró la pelota y definió correctamente de forma cruzada.

Si hasta ese momento el panorama era complicado, todo se hizo más cuesta arriba a partir de ese instante. La desesperación no fue buena consejera para el QAC que nunca encontró los caminos, solo algún centro y mínima acción individual hicieron cosquillas a un Defensa y Justicia que siempre se mostró una mayor capacidad de ideas, gestación y resolución. Una corrida (de las tantas) de Bouzat, generó un centro que a metros de la línea de gol fue empujado por Andrés Ríos, para sentenciar el partido cuando ya faltaba poco.

Tres puntos conseguidos sobre treinta y tres disputados en el año son la sentencia clara de la actualidad de un Quilmes que lentamente comienza a entregarse a la cruda realidad. Se heredó un proceso caótico y se hizo todo mal durante esta temporada. Y hay veces que, lamentablemente en este caso, el fútbol no escapa a las lógicas.