Equipo para psicoanalizar este Quilmes. Pasan las fechas y parece empecinado en no corregir ciertos errores que terminan complicándole los partidos y a veces, apelando a un mayor sentido común, termina corrigiendo sobre la marcha. Es que, una vez más empezó perdiendo y hasta la sacó barata durante la etapa inicial en Campana con un Dálmine que se puso en ventaja y fue superior. Moviendo algunas piezas y con los cambios, mejoró en el segundo para traerse un empate.

A esta altura de las circunstancias, aun conociendo las limitaciones del caso, el Cervecero debería tener aprendido conceptos de juego, tendría que tener un plan un poco más claro y definido de la idea a trazar dentro de la cancha, podría mostrar alguna alternativa en diversos puestos del terreno al ver que las flojas actuaciones personales se repiten semana a semana… Pero no. Ante la pasividad del entrenador, se repite en errores que podrían haberle costado más caro este sábado por la noche.

Volvió a tener un mal partido y solo la displicencia, la falta de conceptos en ciertas jugadas y un bajón futbolístico pronunciado que viene teniendo actualmente Dálmine, lo dejaron con vida después una primera mitad que fue extremadamente olvidable. Un horror de Ortiz sobre el costado derecho del ataque del local, le dio la posibilidad a Comachi de tirar un centro para que Priotti, ingresando como nueve, defina pese a que Tomás López haya tocado la pelota.

El adelantamiento en el campo que produjo esa diferencia podría haber sido un golpe mortal, pero los locales dilapidaron cada una de las oportunidades que tuvieron a su favor. Por suerte para los de Fuentes, en la parte complementaria la historia mejoró un poco. Una vez más, Quilmes acomodó mejor las piezas, la pelota corrió más por Imbert, tuvo mejor compañía por los costados y, después que Anselmo dilapidara la primera oportunidad de gol, Tomás Blanco hizo malabares para acomodar su cabeza y mandar la pelota bombeada a la red, tras un centro de Lozano.

El partido se volvió de ida y vuelta con oportunidades para ambos, producto del ataque local y la contra que ponía en práctica la visita. En medio de eso, un tremendo error del árbitro Ramiro López al no sancionar penal un evidente agarrón de Fernando Alarcón sobre el ingresado Facundo Bruera. La jugada siguió y el arquero Dobboletta le tapó el remate a Lozano, el mejor jugador del partido.

Fue empate que no termina de ser un gran resultado para ninguno de los dos. Por el lado del QAC, sigue la incertidumbre sobre un conjunto que no muestra mejorías pero que, con ciertas licencias y suerte de su lado, lleva tres fechas sin perder con dos empates consecutivos teniendo que levantar el tanteador. Sin dudas, la mejor manera para atravesar una etapa en la que los resultados vienen maquillando bastante el nivel colectivo.

Foto: Web del Viola