Triunfo merecido para un combinado nacional que había luchado tanto por tener una nueva alegría pero que, por errores propios y virtudes de los rivales que se topó en el camino, no había podido sumar otro festejo más allá de aquel conseguido ante China Taipei en la segunda jornada (finalizó con récord de 2-5).

Este equipo de Brasil, a pesar de no haber podido ganar ningún juego en el torneo, había vencido a Argentina en las semis del Sudamericano U17 de hace dos años (61-60, repitiendo varias caras este año) y, con ese antecedente, en la antesala ya se podía prever un partido muy luchado. Y así se dio: duelo trabado y disputado, con errores y aciertos pero impredecible en todo momento. Se resolvió en los últimos minutos, con un triple de Maga Vílchez que encaminó el triunfo argentino a falta de un minuto.

En el trámite general, como pasó en algún otro partido de este torneo, el buen arranque albiceleste no logró sostenerse con el correr del tiempo. Buen trabajo de Buzzetti cerca del aro para tomar una primera distancia, pero la mala toma de decisiones posteriores puso en peligro todo. La Selección quedó abajo en un abrir y cerrar de ojos, pero con algunos bombazos de media distancia y aciertos individuales, todo volvió a equipararse.

Cuando parecía que Argentina encaminaba el triunfo con cierta tranquilidad, las brasileñas volvieron a acertarle al aro, entonces, no fue hasta ese último minuto para confirmar la victoria y decirle adiós a un torneo de absoluto prestigio, en el que las U19 tuvieron que combatir ante una realidad mundial que tiene la vara muy alta y en la cual deberá seguir trabajando con el deseo de equiparar mucho más esa línea.

Independientemente del balance, la experiencia ganada y el camino que continuará trazando este grupo de jugadoras no se detendrá aquí, y hacia ello deberá seguir apuntando.