No fue un festejo más en la vida del Juventud de Bernal. Es que, el hijo dilecto de Villa Cramer debió soportar, hace poco más de un año atrás, los peores meses de su historia, que lo tuvieron al borde de la desaparición. Superado ese momento, y gracias al aporte de su renovada Comisión Directiva, hoy puede celebrar con la mejor ropa de gala sus 75 años de existencia.

Había ganas de disfrutar tras tanto sufrimiento y eso quedó claro en los festejos por las Bodas de Brillante realizados en el gimnasio del club: cerca de 300 personas desbordaron la capacidad del mismo, superando la expectativa que tenían los propios organizadores. Buena comida, mejor atención y la posibilidad de reencontrarse con los amigos de toda la vida, fueron aspectos claves que formaron parte de un menú, que dejó satisfechos a todos los presentes.

En su actual función de Vicepresidente, el colega Carlos Doallo, charló con DQ del momento que vive el Juventud:

- ¿Están contentos con la repercusión que tuvieron los festejos?

- La verdad que sí, hasta nos vimos un poco superados por el éxito, pero estamos felices porque esto significa que la gente le está diciendo que sí otra vez al club y empieza a volver. También está bueno porque gracias a este tipo de eventos la gente se informa de que actividades hay actualmente, que pueden hacer los chicos y hasta se empiezan a anotar y todo esto genera que sigamos creciendo.

- ¿Encontraron la explicación del retorno de la gente al Juventud?

- Lamentablemente, somos hijos del rigor. En el momento que se supo que el club podía llegar a desaparecer y estábamos con la soga al cuello, muchas personas se acercaron para trabajar con nosotros. Actualmente estamos en una segunda etapa luego de la recuperación, porque muchos pensaron que con el subsidio municipal para parar el remate se solucionaba todo, pero no es así. Faltan muchas cosas aún y la clave es que somos 18 personas de CD, mas un grupo que está colaborando desde afuera, lo que para un club de barrio no es poco: alrededor de 30 personas trabajando todos los días por la institución. Va ser difícil recuperar el nivel de la década del ‘80, cuando venían 600 personas por día, porque la realidad de la sociedad es otra, pero creo que estamos en un promedio bastante saludable.

- ¿Cuánto pesa el hecho que sea un grupo de amigos el que le pone el pecho todos los días?

- Es un porcentaje altísimo. En el momento que el club desaparecía, a nosotros se nos iba un pedazo de nuestras vidas. Por eso, la posibilidad de poder volver a vernos las caras todos los días no tiene precio y eso se lo debemos al club.