Perdió de nuevo, pero no fue una derrota más para Quilmes. El equipo volvió a jugar muy mal y en ningún momento evidenció contar con las ideas necesarias para superar a un Estudiantes, mucho más vulnerable que aquel que fue campeón hace un par de meses atrás. Algunas producciones muy pobres en el plano individual, desnudaron la tozudez del entrenador, que por primera vez fue blanco de críticas de parte del hincha. Hundido en el fondo de los promedios, el descenso comienza a acechar con firmeza.

La ilusión de ver una cara distinta de este Quilmes se desvaneció rápidamente. Bastó con notar la desprolijidad en que se había transformado el partido durante gran parte del primer tiempo. Frente a un equipo inconexo y desconocido con la pelota en su poder como Estudiantes, los de Leonardo Madelón no tuvieron la forma para poder llegar con claridad al arco de Agustín Orión. Porque si algo quedó claro en esta tarde fue que, este Estudiantes era un equipo ganable.

Mal desde la concepción misma del partido, con figuras individuales que, en su nivel actual, perjudican el accionar colectivo, y sin las ideas y el criterio necesario que todo elenco necesita para superar a su adversario por meritos propios, el Cervecero chocó y luchó mientras su rival se lo permitió, después nada más.

Encima, debió sufrir dos golpes en ese tramo inicial, que incidirían directamente en el desarrollo. Por un lado, la infantil expulsión de Kalinski (doble amarilla tras una falta fuerte y un agarrón de camiseta en dos contras rivales), que obligó a reordenar el mediocampo y quemar un cambio (aunque el Pincha no inquietaba) y el increíble gol en el último minuto: Mercado tuvo todas las libertades posibles, para darse vuelta y colocar la pelota contra un palo.

Y aunque se encontró de casualidad con la ventaja en su primer tiro al arco, lo de Berizzo empezaron a justificar el triunfo en el tramo final. Más seguros con el balón, con un Enzo Pérez bajo el rol de endiablado conductor, manejaron el partido a su antojo y no lo definieron antes porque el palo se lo negó una, dos…!y tres veces! Primero a Desábato, después de un cabezazo bombeado, y luego a Leandro González x dos: primero con un cabezazo y luego con un derechazo bajo.

A esa altura, Quilmes iba como podía y el resultado de eso tuvo su lógica: apenas un cabezazo de Caneo y un tiro de emboquillada de Gervasio Núñez, como únicas chances de gol. Por ende, todo terminó en derrota, generando una onda preocupación.

Será cuestión de dejar los caprichos de lado y hacer cirugía mayor. Teniendo en cuenta los números, no tiene otra opción. Matemáticamente todavía está a tiempo de modificar un destino que, después de este domingo, pareciera estar sellado.