Con más ambición y rebeldía, frente a Lanús, Quilmes mostró una cara distinta en su juego. Ante un rival técnicamente superior, fue al frente y a pesar de la desventaja constante en el marcador, hizo el esfuerzo necesario para poder igualar el partido. Pero, como en las dos fechas anteriores, se quedó con las manos vacías y sigue sin sumar puntos en el Clausura. De esta manera, cuesta encontrarle un costado positivo a la situación. Madelón seguirá al frente del equipo.

Estaba claro, que se trataba de un enfrentamiento entre dos pesos opuestos. Por un lado, el local con su potencial individual, que le da una incansable variedad de alternativas de juego atildado y bien gestado. Y por el otro, un Cervecero urgido por sus necesidades, al que no le sobra demasiado a la hora de mirar para adentro y que salía contrarrestar esas diferencias en base a su amor propio y una actitud combativa.

Y a pesar de lo que prodigaba el imaginario futbolero, la realidad marcó un partido parejo, en el que no hubo tantas diferencias entre el rico y el pobre, y donde los de Madelón estuvieron muy cerca de alcanzar el empate. La destacada participación de Diego Valeri fue la diferencia que sirvió para inclinar la balanza a favor del Granate.

Pero entonces, ¿Quilmes hizo un gran partido? Una respuesta afirmativa, sería alterar la realidad. Pero si es cierto que, el equipo mostró otro espíritu y otra entereza. Arriesgó lo necesario para molestar a su rival y contó con algunas buenas producciones (Garnier, Cauteruccio) que sirvieron para maquillar un poco su pobre presente. Después, los errores defensivos siguen existiendo, la falta de gestación de juego es alarmante y la notoria carencia a la hora de la definición (Romeo salió lesionado cuando estaba haciendo un buen partido).

Aunque a la hora de los balances, el paso por La Fortaleza granate será negativo. Cada vez que el equipo caiga derrotado de aquí en más, difícilmente se pueda observar la mitad del vaso llena. Porque, para afrontar de igual a igual la remontada de sus contrincantes en la tabla de los promedios, debe empezar a sumar puntos de forma urgente. Sino lo consigue, todo lo bueno que pueda haber generado, no tendrá sentido.

Así de duro y contundente es el presente del QAC. Pasó la parte más complicada de este arranque de torneo y se prepara para afrontar dos compromisos claves ante Tigre y Huracán. Distinto hubiera sido, si llegaba a esta instancia con alguna unidad en el bolsillo. Pero con cero de nueve, está más obligado que nunca. Será cuestión de ganar o ganar, ya que se transformó en la única alternativa para seguir peleando por su permanencia.