La continuidad de Quilmes en Primera División está solamente atada de las matemáticas. En el debut de Caruso Lombardi, el equipo volvió a tener un flojo rendimiento, en el que repitió errores propios que le costaron la derrota. Los de Parque Patricios aprovecharon sus momentos, a pesar de las grandes dificultades que también presentan en lo colectivo. Y se llevaron tres puntos vitales para su recuperación. El destino del Cervecero parece estar marcado por el descenso de categoría.

Podría haber sido un momento clave para imaginar una potable recuperación, que le permita soñar con el milagro de eludir el descenso directo. Nada de eso sucedió. El QAC mostró las mismas limitaciones futbolísticas que a lo largo del resto de la temporada, dejando en claro que sus debilidades van mucho más allá de quien se sienta en el banco de suplentes.

Es que, rápidamente echó por tierra con la ilusión que representaba tener el apoyo desde afuera del terreno a Caruso, un técnico ducho en esto de salvar a conjuntos que aparecen ubicados en zonas complejas de la tabla. Pero el material con el que éste dispone, es el mismo de las fechas anteriores, por lo tanto, el desenlace de estos noventa minutos tuvo el mismo final que las presentaciones anteriores.

Pese al interés de ser un equipo ancho y atacar por las bandas, en los primeros 20 minutos, y el coraje y el amor propio recién mostrado en el cuarto de hora final, a Quilmes no le sobró demasiado frente a un Huracán muy pobre también.

Pero los errores propios siguen siendo determinantes en los partidos del Cervecero. Esta vez fue Trípodi, quien retornaba a la titularidad, el que perdió una pelota increíble, regalándole el gol a Zarate. Encima, el comienzo de la segunda parte mostró un elenco entregado a sus limitaciones y eso lo aprovechó otra vez el rival, que marcó tras mil pifias dentro del área.

Cuando parecía que los últimos momentos iban a ser de relleno, el buen tanto convertido por Cauteruccio consiguió revivir al equipo. Ahí si se notó el amor propio y la rebeldía de un QAC que se fue con ganas y sin ideas por una igualdad, que pese a todo, nunca llegaría.

Así Quilmes sumó otra derrota, una más. Quizás la más dura, o tal vez la necesaria para comprender que el camino ya no tiene retorno y que el triste final se viene anunciando desde hace mucho tiempo atrás.