Quilmes no termina de arrancar en la temporada. En la mañana del domingo, el elenco de Ricardo Caruso Lombardi mostró una seria incapacidad para sacarse de encima a un rival molesto y siempre bien parado como Deportivo Merlo. Sin ideas, le costó generar situaciones de peligro. Es más, su rival también tuvo algunas claras para convertir. Empate justo y un punto con sabor a escaso.

Sin identidad definida. Así habría que presentar a este nuevo equipo del QAC. Si bien, el equipo ha sumado puntos en casi todas sus presentaciones, en muchas ha quedado en deuda con su juego. Y ante un rival bien parado tácticamente y que llegó al Centenario a jugarse la vida en cada pelota, la entrega y las ganas parecen poco argumento para quedarse con los tres puntos.

Después de sobrevivir a un cuarto de hora inicial, en los que la presión rival y los errores defensivos le trajeron más de un dolor de cabeza, el conjunto de Caruso pareció querer recuperarse. Pero su dominio solo se sostuvo en tenencia de pelota y un adelantamiento con más presencia ofensiva. De claridad poco, y jugadas de gol, menos (apenas un latigazo de Caneo que contuvo Capogrosso).

Los cambios no fueron solución para el local en el segundo tiempo. Mientras Merlo comenzaba a apostar a las contras rápidas, con delanteros fresquitos y movedizos, el resto del equipo se cerraba más cerca de su arquero, achicando espacios y caminos. Por eso, el Cervecero terminó yendo para adelante a la carga Barracas, sin estilo pero con corazón. Y en medio de tanto revoleo, pudo haberlo ganado con una jugada increíble con miles de rebotes, que culminó con una cachetada tremenda al balón de Capogrosso, después del cabezazo de Cauteruccio.

Y los minutos fueron pasando hasta que llegó el final. Sin bronca, pero con desilusión por la oportunidad perdida. Sin excusas, pero con las dudas instaladas como nunca sobre este presente deportivo. Es que, de esta manera le costará transformarse en protagonista del campeonato.