Marcelo García lleva años de enseñanza sobre sus espaldas. Ese es el rol dentro del tenis que más le gusta y que lo ha llevado a un lugar destacado en el circuito. Mano a mano con DQ, el técnico y director de Escuelas Supertenis y Capitán de Copa Davis Juniors repasa el ascenso a Primera y posterior desvinculación del Club Náutico, su nuevo proyecto, da su visión de la docencia y hasta se anima a analizar casi psicológicamente su personalidad.

- ¿Por qué la escuela no siguió en el Náutico?

- Fue una etapa en la que se realizó una gestión de desarrollo integral y jerarquización sin precedentes en la ciudad. Se ganaron varias categorías y se llegó a Primera e Intermedia. La relación profesional siempre fue la mejor, pero quería alcanzar ese objetivo, cumplirlo y darlo por terminado. No estar por estar. En esa decisión nada tuvo que ver mi nueva sede.

- ¿Y con Juan Pablo Paz?

- Ahí también hubo un principio y un fin. Se realizó una etapa formativa y un pulido que hizo que Juampi quedara Nº1 de Argentina por tres años seguidos, que fuera convocado tres veces al Mundial y en el último, siendo el más chico, quedar invicto. Después, cada uno siguió por su camino.

- ¿Ese es el rol en el que te sentís más identificado?

- Sí, con la parte creativa, es decir, con formar jugadores desde cero. Me parece que es la etapa más importante de un tenista. Ese es uno de los motivos por los cuales Tito Vázquez me eligió para trabajar con los Juniors.

- ¿En qué consiste este nuevo proyecto en el Parque Cervecero?

- Es sencillamente mi escuela y mi centro de entrenamiento. No es un club y los chicos no participan en Interclubes, ese ciclo ya lo di por terminado en el Náutico. La ciudad tiene un equipo de Primera profesional con jugadores emergentes de mi escuela. Eso para mí ya es suficiente orgullo. Ahora, con nuestros 50 alumnos estamos utilizando otra plataforma formativa que no son las competencias por equipo, sino los torneos Nacionales del Grado I al IV. Mi escuela siempre fue así, excepto por el ciclo de diez años en el CNQ.

- ¿Creés que tendrías que manejarte mejor institucionalmente?

- No. Soy una persona que se ajusta estrictamente a las necesidades de sus jugadores. No tengo cintura política, diplomacia ni sentimentalismo. Pongo el objetivo y empiezo a empujar en silencio, cuando se logra ya tengo la mira puesta en otro punto.

- ¿Tienen razón cuando dicen que sos poco sociable?

- Deportivamente hablando, sí. Imaginate que en Head me conocen como el Profesor Ermitaño.

- Luego que te nombraran Capitán Nacional entraste en silencio…

- Estamos en el momento de invisbilidad, que es el que más me gusta: cuando le das con todo y nadie se da cuenta. Y los poquitos que lo ven, me estimulan para lograr nuevos objetivos.

- ¿Y en medio de esa invisibilidad, qué es lo más visible?

- Que algunos hayan logrado puntos de ATP, otros estén insertándose en el profesionalismo y muchos más aprendiendo a jugar al tenis. Lo que nunca se ve es el dolor de las metas que no se alcanzaron.

- ¿Cómo explicás que la escuela lleve 26 años en este nivel?

- Porque nunca pedí permiso para cometer todos los errores que cometí. Hay veces que la gente solo ve lo lindo, como por ejemplo la llegada a Primera, y no ven todo el trabajo que hay detrás de ese logro.