Al igual que un escultor, Sergio Martínez fue tallando su victoria sobre Matthew Macklin a lo largo de cada vuelta. Un trabajo de demolición perfecto que, como una buena obra de arte, fue in crescendo hasta culminar con un espectacular nocaut al cierre del 11º round. Aún en el ring del mítico Madison Square Garden, Maravilla analizó con sabiduría su triunfo ante un oponente guapo como resultó ser el británico: “Fue como derribar un árbol, sabía que iba a terminar cayendo”. Ahora, a reconquistar la corona.

Macklin (29-4 / 19 nocauts) sabía que esta era su oportunidad de mostrarse. Por eso, el nacido en Birmingham pero de padres irlandeses, en todo momento intentó estar a la altura de uno de los mejores boxeadores de la actualidad y, envalentonado por su público en pleno festejo de San Patricio, hasta logró por momentos emparejar el duelo e inclusive llevarse la ventaja en algún round. Sin embargo, la velocidad, técnica y superioridad pugilística de Martínez (49-2-2 / 28 nocauts), fueron demasiado para el inglés, quien poco a poco, debido a los certeros golpes del quilmeño, que penetraban como misiles su guardia, fue mermando su confianza y energía, pero, por sobre todo, sus pretensiones ofensivas.

La campanada inicial mostró a Maravilla dominando el ring y las acciones y, en el segundo asalto, una zurda voleada del quilmeño hizo tambalear por primera vez a Mackling, presagiando que cuando quisiera apretar el acelerador, el retador la iba a terminar pasando mal. A partir de ese momento, el combate entró en un trámite cambiante, en el cual Martínez, siempre con su guardia baja, aprovechó para realizar el trabajo silencioso de ir destruyendo pacientemente el físico de su oponente.

El quiebre del pleito se dio recién en la séptima vuelta, cuando el árbitro Eddie Cotton erróneamente le aplicó el conteo al quilmeño, tras una caída producto del cruce de piernas tan común al enfrentarse un zurdo con un diestro y no debido a un golpe. En ese momento, Martínez se propuso ponerle fin al duelo y comenzó a manejar la distancia a su antojo, impactando con contundencia cada vez que lo intentó.

En el noveno, Macklin ya se veía sentido y a punto de caer, imagen que se repitió en la siguiente vuelta, cuando el quilmeño desplegó todo su repertorio: jab, aceleración, esquive, rectos de izquierda. La definición estaba cerca y llegó en el 11º, tras arrinconarlo y con dos zurdas impecables mandarlo en sendas oportunidades a la lona. Sonó la campana, pero la esquina, a pesar de la intención de este torito irlandés de continuar con la pelea, dijo “no va más”. Su rostro, ensangrentado y marcado en cada centímetro, indicaban que su batalla ya había concluido.

Para Sergio Martínez, quien fue presentado desde el ring más importante del planeta como el verdadero campeón de los medianos, ésta fue una dura prueba ante un digno rival, ex retador mundialista y segundo en el ranking del CMB, y una confirmación de que la corona que hoy ostenta Julio César Chávez Jr. le sigue perteneciendo. Por las dudas, sospechando que otra vez el mejicano intentará escaparse, Maravilla metió presión una vez concluido el match: "Antes de fin de año, esa pelea se tiene que concretar".

Para el Rey, lo que es del Rey.