Noche tenebrosa en el Centenario. Por la tremenda tormenta que alteró el andar normal del partido, pero principalmente porque más allá de ese panorama, Quilmes no tuvo una buena actuación y lo terminó pagando con un empate que tiene poco valor ante Ferro. Al equipo dirigido por Ricardo Caruso Lombardi le costó tener la pelota y casi nunca pudo vulnerar a un prolijo rival, que no cometió errores a lo largo de todo el juego. El Cervecero acumuló el tercer empate consecutivo sin goles en el campeonato.

Definitivamente, el primer cotejo sin el goleador dentro de la cancha tuvo un saldo más que negativo. Es cierto que, la ausencia de Fernando Telechea no fue el único mal que aquejó a un equipo errático, al que le costó hacer pie en un primer tiempo que se jugó bajo el agua, y que en el segundo, pese a mejorar por voluntad y decisión, nunca tuvo cerca de poder quebrar a un adversario cumplidor.

Pese a que el terreno de juego mostró un buen drenaje, el QAC se mostró impreciso a la hora de conducir sus ataques hacia el arco de De Giorgi. Por eso, sus situaciones de gol llegaron a pura ponchazos, con más voluntad que juego atildado.

Encima, enfrente le tocó un rival que dominó la mitad de cancha a partir de la buena tarea de la dupla Zaninovic- Sebastián Navarro, que tuvo a un Osvaldo Miranda que se sacrificó en todo momento por el equipo, a Pereyra Díaz en una interesante posición sobre el costado derecho (al cierre del primer tiempo, Corvalán le cometió un claro penal que no fue sancionado por el arbitro Rapallini) y a una pareja de centrales que sacaron todo lo que anduvo dando vueltas por su sector.

Con un Caneo que corrió a destajo durante todo el partido, al Cervecero no le alcanzó para encontrar claridad. Inclusive, después de los ingresos en el complemento de Pablo Vázquez (reemplazó a un muy flojo Facundo Diz) y, principalmente, Chirola Romero que le dieron un poco más de alternativas en ofensiva. La más clara fue justamente del ex futbolista de Gimnasia y Racing, que disparó desde el borde del área, obligando a una gran estirada de De Giorgi contra su palo derecho.

Pese a que se disputaron ocho minutos de descuento, dio la sensación que podían jugar toda la noche y que el gol no iba a caer. A esa altura, la desazón ya estaba instalada en el Centenario. La gran mojadura general poco importaba, la bronca se la llevaba una decepcionante actuación de los dirigidos por Caruso.