A tres décadas de haber estado combatiendo como conscripto del Batallón de Infantes de Marina Nº 5, el quilmeño Pedro Cáceres regresó por primera vez a las Malvinas. Lo hizo junto al equipo de postas Dimos Todo, integrado por otros tres veteranos argentinos, con el cual conquistó la séptima edición de la Standard Chartered Stanley Marathon, también conocida como Maratón de las Islas. Ya en la ciudad, el atleta rememoró junto a DQ este histórico triunfo deportivo, en un contexto político en que las Islas volvieron a estar en el centro de la escena.

“Ellos me decían ‘andá, hace tu vida, resolvé tu historia’. Pero yo iba a ganar, porque mi historia ya la tengo resuelta”, comienza la charla Pedro.

- ¿Para quién era la explicación?

- Para mis compañeros del Centro de Veteranos que, igualmente, aunque me decían así, en realidad querían que gane. Eso era un presión extra. Hasta mis hijos me mandaban mensajes pidiéndomelo: “Está todo bien, te queremos, pero si no traes medallas, no entrás” (risas).

- ¿Cómo surgió la idea de ir a competir a Malvinas?

- Se me había ocurrido en 2009 cuando me enteré que había un maratón. Yo soy maratonista de toda la vida, desde hace 23 años. En realidad tenía ganas de ir solo y ganar, lo que para mí hubiera sido una cosa de locos, pero por falta de tiempo para entrenar, sumado a cuestiones económicas, no lo pude hacer.

- Y terminaron armando el equipo de postas Dimos Todo…

- Todos los años tenemos los Juegos de los Veteranos, donde, a pesar de ser poco humilde, tengo que decir que en 1500 y 10 mil metros por lo general gano yo. En 2010, cuando se disputaron en Mar del Plata, habíamos hablado con cuatro muchachos para ir a correr las postas, pero tampoco se pudo dar. ¡Y menos mal que no pudimos! Ese año, por cuestiones climáticas, el avión no pudo bajar.

- Pero finalmente lo pudieron concretar…

- Sí, en noviembre de 2011 las Olimpíadas se hicieron en San Juan, nos volvimos a ver, y nos pusimos de acuerdo en ir sí o sí. Empezamos a coordinarnos entre nosotros, ya que los otros chicos son de La Plata, Malvinas Argentinas y Córdoba, y comenzamos con toda la movida. Luego, los muchachos del Centro de Veteranos de Quilmes me dieron su apoyo, al que se le sumó el subsidio del Municipio, y así pudimos concretarlo.

- En tus 23 años de trayectoria deportiva, esta no habrá sido solo una prueba más…

- No, la verdad que para mí era una carrera super especial porque tenía la carga de todos mis compañeros. Pero fui tranquilo porque estaba seguro de lo que estaba haciendo y de como estaba entrenado. Estaba muy confiado.

- Una vez en Malvinas ¿recorriste algo antes del maratón?

- Fui totalmente concentrado en la carrera. Por suerte era al otro día del que aterrizamos, entonces no tuve tiempo para nada. Cuando llegamos tuve una sensación fea. Primero por el clima y después porque nos sentíamos prisioneros. Es un pueblito super chiquito sin nada para hacer.

- Y, debido a la frecuencia de los vuelos, antes de regresar pasaste una semana entera allá…

- Sí, y la verdad que me sobraron tres días. Principalmente por que el clima es feísimo, te tiene que gustar mucho el frío, y además porque no tenés un cine ni ningún entretenimiento. En la tele teníamos solo dos canales y uno era de las transmisiones del Parlamento británico… aburridísimo.

- ¿Cuántos equipos eran en la categoría Postas?

- Hubieron dieciocho en total. Los que salieron segundos eran unos chicos ingleses que se habían ido a vivir ahí y el tercero era un equipo de los Royal Marines que están en las Islas. Pero nosotros estábamos con las pilas a full y no había momento para la emoción. Una vez que terminó la carrera, ahí sí mis compañeros se emocionaron, pero yo no: yo estaba feliz porque había logrado lo que quería.

- Tu objetivo era ese…

- Sí, de hecho después tuvimos una recepción en la casa del gobernador, pero uno de los muchachos no quería ir, entonces yo le dije: “andá y decile que les rompimos el…”. (risas) ¿Qué satisfacción más grande que esa?. Es más, había unos ingleses que estaban tomando fotos y yo les pedí de sacarla juntos. Como estaban con la bandera británica de las islas, la quisieron guardar, pero les insistí para sostenerla entre todos, demostrándoles que estaba todo bien, que lo que fuimos a hacer iba por otra lado. Esa foto terminó dando la vuelta al mundo.

- ¿Esa camaradería también existió entre los ex combatientes británicos que participaron de la carrera?

- Sí, todo estuvo muy bien. A los que les ganamos, que eran pibes de 25 años, les costaba creer que nosotros tuviéramos 50. Habían quedado sorprendidos conmigo, porque el que hizo la diferencia fui yo. Me tocaba la tercer posta, hasta ahí estábamos segundos a dos minutos de la punta, pero mi cabeza pudo más, le entré a dar, hasta que lo alcancé y le terminé sacando dos minutos. Más allá de toda la trascendencia y el impacto que pueda tener en lo extra deportivo, para mí fue la mejor carrera que hice en mi vida.

- Será por la motivación…

- Y sí, estaba super motivado. En los entrenamientos ya salía pensando en Malvinas y en querer ganar. Me imaginaba las subidas, el clima… incluso entrené con lluvia, pensando que los día allá iban a ser así. Por suerte, en las adversidades es cuando más fuerte me siento.

- ¿Volverías a las Islas?

- No, ya está, ya cumplí mi objetivo. Durante muchos años no podía hablar de la guerra, era algo que me costaba. Después, gracias a la ayuda de un psicólogo, aprendí a tratar el tema y poder charlarlo. A diferencia de otros compañeros yo no tuve secuelas, llevé siempre una vida normal, pero, igualmente, en cierta forma necesitaba regresar a las Islas, recorrer el puesto en el que combatí durante setenta días y, por sobre todo, visitar el comentario para rendirle tributo a todos aquellos compañeros que no pudieron regresar.