El buen trato del balón de Quilmes en los primeros minutos se desvaneció velozmente ante los dos mazazos consecutivos que recibió del rival. En sus dos primeras llegadas al área, San Martín sacudió la red y dejo groggy a un Cervecero que nunca más supo como recuperarse. Encima de todo, Caneo desperdició la chance de descontar a través de un dudoso penal y los sanjuaninos siguieron haciendo gala de su contundencia ofensiva, hasta llegar a una goleada que sacude la actualidad de los dirigidos por Omar De Felippe.

Muy flojo el andar del QAC por tierra cuyana. Más allá de la intención de protagonismo que quiso imponer en el arranque del juego, el equipo se quedó en una tenencia de pelota timorata, con poco cambio de ritmo y menos profundidad aún (al punto de no haber pateado al arco ni una vez en todo el partido). Y para colmo de males, dio ventajas defensivas, marcó mal en algunas pelotas quietas y cometió errores que no son comunes en ese sector del campo y el adversario supo aprovechar todas esas gentilezas.

Se trató de un primer tiempo extraño, donde la visita intentó imponer su ritmo pero en el que el local sacó una diferencia vital a su favor cuando ni se había llegado al primer cuarto de hora. La buena conducción de Jorge Luna, las subidas de Mauro Bogado y la inquietante potencia goleadora de sus dos hombres de punta, le alivianaron el trabajo a San Martín: a los doce minutos ya ganaba 2 a 0, gracias a sucesivos testazos de Caprari y Osorio.

A partir de eso, volvió a darle el control de las acciones y la posesión del balón a su adversario, pero a Quilmes no se le cayeron demasiadas ideas. Y encima, tampoco pudo sacarle provecho a un error arbitral, ya que Caneo entregó un balón a los pies de Ardente, después de un discutido penal sancionado por Pablo Díaz.

Sin reacción contraria, el Verdinegro volvió a sacarle provecho a la situación ante un nuevo error defensivo. Falta clara al borde del área de Carli y Luna no perdonó, clavando el tiro libre en el ángulo inferior derecho del arco defendido por Trípodi. Se cerraba el primer tiempo y ya daba la sensación que la historia estaba recontra sentenciada.

Porque el Cervecero siguió yendo sin cambiar el libreto, nunca se decidió a arriesgar más de la cuenta y terminó gastando energía casi sin resultado positivo alguno, más allá de algún centro desde los costados que puso a trabajar a los centrales y al arquero local. Cegado en su ambición siguió insistiendo, hasta que recibió el cachetazo final: una contra con superioridad numérica aprovechada por los dirigidos por Gabriel Perrone, que culminó en el tanto de Penco.

Tan duro y triste, como lapidario y merecido. San Martín hizo gala de su contundencia y se sacó de encima a un rival directo en la pelea por mantener la categoría. En cambo, Quilmes perdió mucho más que una verdadera final. Perdió el rumbo futbolístico, perdió valores individuales que vienen en franco retroceso y perdió terreno en la tabla de los promedios. Seguramente se viene un tiempo de reflexión yde pensar seriamente en lo que vendrá.