Una victoria que vale más que tres puntos. El muy buen triunfo de Quilmes ante un rival siempre complicado y poderoso como River, vale millones. Porque el equipo consiguió reencontrarse con parte de la fisonomía que lo llevó al éxito hace poco tiempo atrás: un conjunto utilitario, rendidor, que supo como protegerse de un adversario al que no le sobran ideas en ataque y porque supo explotar cualquier ventaja, para sacar la mínima diferencia en ofensiva. El punto negativo son las lesiones con las que sigue conviviendo el plantel: rotura de tendón para Caneo que estará afuera cinco meses y desgarro para Telechea.

Más allá de las especulaciones y las dudas que generaba el presente del equipo en la previa, el Cervecero supo sacar adelante un compromiso más que complicado y se dio el gusto de cortar la racha negativa que lo persiguió durante las últimas siete jornadas. Sabiendo anular al rival, luchando cada pelota hasta el cansancio y aprovechando un error adversario, sumó tres puntos fenomenales para afrontar lo que se le viene.

Seguramente, el cambio más trascendente con relación a cotejos anteriores, se pueda llegar a divisar en el sector defensivo: casi sin errores en la última línea (la única, una pifia de Lema que le dejó la pelota a Luna y Trípodi contuvo el remate bajo del delantero), el QAC supo como cubrir espacios, generando que River caiga en un embudo constante, privándolo de llegar con opciones en algunos contraataques y dejando muy seco de situaciones de gol durante los noventa minutos.

Justamente, de la gran labor de Joel Carli (el jugador más regular de la actual temporada) y un más que interesante papel de los dos laterales, Jorge Serrano y Ernesto Goñi, que volvía al elenco titular luego de haber estado presente en la fecha inicial ante Boca, se nutrió bastante el conjunto de Omar De Felippe para tomar confianza. Así fue creciendo, al punto de contar con sus opciones de gol. En la más clara de la primera mitad, Barovero se lo sacó con el brazo a Cauteruccio en un mano a mano y Diz lo tuvo un par de veces de cabeza.

Al final del tramo inicial, era la de un Quilmes mucho más cómodo en su papel, ante un Millonario que flaqueaba por el flojo nivel de sus individuales más importantes (Ponzio, Sánchez, Mora, Luna). Y aunque en el tramo complementario arrancó con ganas de convertirse en protagonista del juego, en la primera que tuvo, el QAC le asestaría una estocada bien profunda: se equivocó Bottinelli al querer reventar una pelota, se la regaló al actual hombre-gol de los locales y éste, con un disparo bajo y cruzado, marcaría el único tanto de la tarde.

A partir de ahí, el partido agudizó y profundizo sus errores, teniendo en cuenta que uno (Quilmes) empezó a defenderse como pudo frente a la acumulación de gente en ofensiva del rival y que al otro (River), no se le cayó una idea de ahí y hasta el cierre para quedar a tiro de la igualdad. Ese tramo del encuentro estuvo matizado por las constantes infracciones, las graves equivocaciones arbitrales (la peor: no vio un claro penal que Barovero le cometió a Telechea cuando había quedado de cara al gol) y las lesiones…verdadero un karma para este momento del Cervecero.

Y en este detalle, hay que hacer un párrafo aparte sobre la situación de Caneo. Miguel no llegaba de la mejor manera, producto de la tendinitis que viene sufriendo desde hace varias semanas, por eso ingresó a los 24 minutos del complemento. Y apenas un ratito más tarde recibió un pisotón casual de Pezzella que le provocó la rotura del tendón de Aquiles, lesión que lo alejaría entre cuatro y cinco meses de las canchas. Motivo de real preocupación, que se suma al desgarro de Telechea, que será baja pro tres semanas.

A pesar de esto, en el Centenario se pudo festejar por el resultado que permite un poco de alivio después de tantas semanas de capa caída. Un triunfo que llegó en el momento justo y que valle millones para alimentar una posible remontada.