No hay caso, no hay manera. En un momento decisivo del semestre, Quilmes continúa chocando contra sus mismas limitaciones y errores de siempre, dejando escapar una vez más una importante chance de recuperación. En un encuentro que pintaba cerrado, dio ventajas en dos jugadas puntuales y un equipo vivo as la hora de capitalizar las fallas ajenas, aprovechó para sacar la diferencia que, al final, sería decisiva en el encuentro. Las flojas actuaciones individuales y la ausencia de un plan B, volvieron a condenar al Cervecero.

Tristeza, desazón, falta de confianza, fueron algunas de las sensaciones que quedaron flotando entre la gente, cuando se retiraba del Centenario. Es que, el QAC sigue sin dar pie con bola, acumula derrotas y cada vez aparece más hundido en la tabla de los promedios. Pero lo peor de todo, es que el rendimiento colectivo (y en varios casos, también individual) continúa yendo en franco retroceso y da pocas señales de cambiar en el corto plazo.

Nuevamente, algún error puntual volvió a abrir un encuentro cerrado y sin un equipo que demuestra ser real protagonista de las acciones. Pero justo en el momento en el que los dirigidos por Omar De Felippe merodeaban el área adversaria (Campestrini le había sacado una cabezazo a Diz), de un corner a favor llegó una contra rápida, que mostró a un Quilmes más parado, al punto que en tres toque el Marciano Ortiz quedó mano a mano con Trípodi. Definición con categoría y primer golpe duro para el local.

Encima, cuando todavía no se había repuesto de esa situación, llegó un tiro de esquina, no se tomaron bien las marcas y Braghieri, con toda comodidad, metió un cabezazo cruzado, ingresando por el segundo palo. Parecía que la historia tomaba el mismo rumbo que lo sucedido hace siete días atrás en Avellaneda…

Pero un error en el fondo de los de Sarandí, le permitió mantenerse en partido al Cervecero. Campestrini y Braghieri chocaron al momento de intentar despejar el balón y este le quedó mansito a Diz, que definió con el arco libre. Esos últimos minutos se vivieron a pura intensidad, en un partido que se había picado producto de faltas y algunas agresiones (golpe de Marcote sobre Mansilla).

Si bien en el tramo final, el QAC mostró otra determinación, siempre chocó con su falta de claridad y la carencia del banco para buscar distintas alternativas para llegar al gol. Por eso, la sobre-acumulación de delanteros no fue la solución, ya que los constantes pelotazos terminaron siendo un manjar para los dos buenos marcadores centrales que tienen los del Viaducto. Por eso, el equipo vivió constantemente con el barullo y solo tuvo una clara, con un remate de Cauteruccio que despejó el arquero.

A esa altura, Arsenal ya jugaba con el reloj y la desesperación rival. Resignó bastante en ofensiva, pero no dio ninguna ventaja en campo propio. Así fue solidificando una gran victoria, pese a haber hecho apenas un encuentro correcto.

En cambio, Quilmes reitera errores y pena por la falta de respuestas que se ven adentro y afuera del campo de juego. El problema es que los partidos siguen pasando y aunque queda bastante de la temporada por delante, los números ya marcan un alerta naranja, que comienza a condicionar sus posibilidades para después de diciembre.