Como el vientito de tormenta que apareció sobre el final de la tarde de domingo, los tres puntos conseguidos en casa terminaron siendo más que aliviadores para la vida de Quilmes. El equipo dirigido por Omar De Felippe se reencontró con la victoria después de nueve fechas y lo hizo en el momento justo, cuando la soga empezaba a apretar más que nunca. La temprana ventaja le permitió jugar más tranquilo al equipo y en el segundo tiempo pudo justificar la victoria, ante un All Boys que peleó el partido hasta el final pero nunca encontró claridad para complicarle la vida a su rival.

Los resultados de la fecha y los propios durante todas estas últimas semanas lo habían puesto rápidamente con la soga al cuello al Cervecero. Por eso, lo más importante en la tarde del Centenario era cortar la mufa y conseguir la victoria, más allá del rendimiento deportivo que el equipo podría tener en cancha. Por todo esto, el cierre de la jornada permite un grito de alivio.

En medio de un partido combativo, cargado de errores y con poca posibilidad de contar con los espacios y la serenidad necesaria para mostrarse superior, el QAC fue un poquito más que los de Floresta. Entendieron que la ganancia estaba con remates de media distancia y en el segundo que se probó al arco, Cobo metió un bombazo que tuvo un recorrido bastante particular y se le coló en el segundo palo de un estático Cambiasso.

Eso les dio tranquilidad a los hombres de De Felippe y acomodarse más a un encuentro que, durante el resto del primer tiempo, tuvo en los fallos de Laverni los momentos más destacados. Uno de ellos, un claro penal de Olivera (la figura de la cancha) que el árbitro pasó de largo y que terminó por irritar a todo el elenco visitante y a la parcialidad que se dio cita en el estadio.

En el segundo tramo, el DT visitante apostó a un mediocampo con mucho más juego pero siempre le faltó profundidad para agredir con real peligro. Quilmes decidió esperar y apostar al adelantamiento del rival, por eso contó con varias ocasiones que no supo cómo resolver para marcar diferencias. Hasta que llegó una buena jugada combinada por la derecha, en la que Elizari sacó un centro largo, que con un toque de primera ingresando por el segundo palo, Mansilla transformó en el segundo gol.

Parecía que no iba a pasar nada más hasta el final, pero el local nunca se decidió a cerrar el partido y con un remate de Ahumada, All Boys alcanzó el descuento cuando faltaban menos de diez minutos. Ahí el entrenador mandó a Mattos a la cancha y con su presencia más una mejor disposición en la tenencia de la pelota, el Cervecero controló el trámite sin sufrir más de la cuenta.

Fue el primer momento positivo del año y sirve para tomar algo de confianza de cara a lo que se le viene por delante. Un poco de aire para creer e imaginar que la historia pueda llegar a tener un desenlace positivo.