…todo lo contrario, se mandaron una flor de diablura. Quilmes consiguió un triunfo importantísimo pensando en la salvación, ante un Racing que por momentos fue demasiado pasivo. Al juego les costó tener intensidad, erraron mucho y se atacaron poco, a partir de la temprana ventaja que consiguió Martín Cauteruccio. ¿El motivo? Perjudicar a un Independiente que deberá seguir luchando para mantenerse en Primera. Los dirigidos por De Felippe quedaron a una victoria de asegurar su continuidad en la máxima categoría, por eso la noche terminó a pura fiesta en el Centenario.

La alegría general del final, con ambas hinchadas cantando al unísono el que no salta, se va a la B es la mejor excusa para explicar noventa minutos de un partido extraño, con más errores que virtudes y con tan poca intensidad que, pese a las declaraciones previas de ambos planteles, terminó generando las dudas de los presentes y del mundo futbolero que siguió lo que ocurría por televisión.

Pese a las dificultades que presenta un análisis serio de la situación, el partido tuvo un par de ribetes para destacar. En medio de un comienzo más metido de parte de ambos, el Cervecero encontró una ventaja rápida a partir de un Cauteruccio que se vio muy solo cerca del área y, antes de ingresar a la misma, definió con un puntazo que hizo imposible la estirada de Saja. A partir de ese instante, se vio una ráfaga a pura presión de un conjunto local que, sin claridad intentó llevarse por delante a su adversario. Del lado de Racing, nada de nada hasta que Laverni (cobró diez faltas a lo largo de todo el encuentro) decidió ponerle punto final a esa primera mitad.

En el segundo tiempo, la visita maquilló un poco su actuación, aunque no terminó de servirle para salvar del todo su honor. Se adelantó unos metros más en el campo, contó con más presencia en ofensiva, pero así y todo, apenas pudo generar una situación de peligro. Eso sí, esa fue bastante clara: remate del recién ingresado Cámpora, Trípodi dio un rebote largo por lo que debió exigirse de nuevo para taparle una segunda chance a Zuculini. Después de eso, la Academia solo fue con centros y poca claridad.

A esa altura, el QAC ya estaba enganchado en un juego con poca acción, por eso bajó notoriamente su rendimiento en el tramo final. Tuvo poca posesión y apenas si se animó a arriesgar en los minutos finales y ante la desesperación del visitante, pudo terminar alguna situación de peligro. Claro, poco le importó esforzarse por demás, ya que el gasto más importante ya estaba hecho.

Teniendo en cuenta el semestre que viene teniendo Racing, será muy difícil comprobar si el equipo tuvo menos ganas de ganar que en el resto de sus presentaciones. Pero tampoco le molestó demasiado el hecho de haber acumulado su sexta derrota en dieciséis partidos (su gente despidió al equipo con aplausos). Quilmes se vio beneficiado por la simple situación de haber tenido que esforzado menos que en otras ocasiones para sumar de a tres y alejarse un poco más de la zona roja del descenso. Con ganar uno de los tres partidos que le quedan por delante, cumplirá con su objetivo. La meta está cerca.