Caruso Lombardi hizo su estreno en Quilmes, pero nada cambió: el equipo volvió a mostrar que está pasando por un muy mal momento anímico y futbolístico, sumó su tercera derrota al hilo al caer con Colón en el Centenario y, para colmo de males, entró en zona de descenso y el que salió fue su rival. El Sabalero se encontró con la ventaja con un gol de otro partido y después supo cómo jugar el encuentro con el tanteador a su favor. En cambio, el Cervecero fue un grupo de voluntades que terminó chocando una y otra vez con sus propias limitaciones para marcar su primer gol en el torneo.

La historia seguirá diciendo que los debuts son siempre una parada difícil en los ciclos por los diferentes equipos que le tocó dirigir a RCL desde su llegada a la Primera División. Al igual que lo que le había pasado en el QAC hace tres años atrás (marzo de 2011, 1-2 vs. Huracán), el estreno fue con derrota. Claro que, en este caso fue de las que duelen, porque terminó desnudando todas las carencias actuales que tiene este plantel.

Si bien, como era de esperar, el equipo salió revitalizado desde lo anímico y con las firmes intenciones de dar una vuelta de página del triste arranque que venía mostrando en el campeonato. Pero todo le cuesta mucho a este Quilmes y encima, en la primera que lo apuran mínimamente, lo termina pagando caro. Un remate de treinta metros y en diagonal al arco de parte de Gabriel Graciani (floja respuesta de Peratta), le dieron una ventaja impensada hasta ese momento a la visita. Y tres minutos más tarde fue Landa quien, con un cabezazo debajo de largo (otra vez mal el uno), sacó una distancia enorme para los de Santa Fe.

En la segunda mitad, con muchos nervios y aceleración encima, el Cervecero buscó ser más profundo. El entrenador movió las fichas: puso tres delanteros, dos mediocampistas de salida y hasta a Garnier jugando de libero durante toda la mitad, para tratar de quebrar el vallado de gente del adversario. Pero a medida que los minutos fueron transcurriendo, ese ímpetu se fue debilitando al quedar en evidencia la incapacidad para encontrar otro camino que no sea tirar centros a la olla, que fueron descolgados uno a uno por Montoya.

Por su parte, un Colón con tranquilidad y espacios entendió como trabajar el juego y tuvo algunas chances para liquidarlo. En la más clara, un flojo Curuchet reventó el palo cuando había quedado mano a mano con Peratta.

Entonces Quilmes llegó el descuento al descuento propuesto por Delfino sin fuerza, entregado mansamente a su realidad y sabiendo que no iba a poder cambiar la historia. Esto es lo que más preocupa, que el equipo no encuentre las soluciones y mansamente se vaya generando un problema más grande con los promedios. Situación impensada a esta altura de la temporada, pero que genera mucho trabajo de aquí en más. Caruso tiene tarea para el hogar.