Jornada redonda para Quilmes, que supo aprovechar su chance y se dio un gusto grande: ganó una verdadera final ante Gimnasia, consiguió los tres puntos que necesitaba para asegurarse la permanencia en la categoría y, de yapa, dejó casi afuera de la pelea al conjunto platense. El increíble tanto de Benítez, con indudable colaboración del arquero Monetti, fue decisivo para empezar a inclinar la balanza para el lado de los de Caruso. El festejo fue total después del encuentro, sabiendo que el equipo jugará, al menos, un año y medio más en Primera.

Una batalla, a pura tensión y dramatismo se vivió en el Centenario. Los dos se jugaban mucho y eso se tradujo en el terreno en errores, dudas y ciertos miedos que transformaron al partido en un concierto de sanas intenciones poco aprovechadas por ambos a lo largo de los primeros cuarenta y cinco minutos. Solo una mayor decisión y profundidad (principalmente, a través de las pelotas quietas) hicieron que el QAC fuera un poquito más peligroso que su rival. En la más clara, Barsottini sacó un balón sobre la línea, después de un anticipo del primer gol, ante una mala salida de Monetti.

Para el inicio del tramo definitorio y sabiendo de sus obligaciones de ir por la victoria para mantenerse en la punta, Troglio metió un delantero más. Pero Quilmes no le dio demasiadas opciones y pegó primero. El Chino Benítez hizo gala de su jugada fetiche: corner cerrado desde la derecha que cayó muy cerca de la línea de meta, pero que terminó de meterla el arquero del Lobo, después de un blooper increíble.

A partir de ahí, afloró lo mejor de un Cervecero que, contagiado y metido como nunca en las acciones, producto de su ventaja en el tanteador, intentó llevarse por delante a un rival que empezaba a flaquear mentalmente por la situación que le tocaba vivir. Y con espacios, contó con varias oportunidades para liquidar la historia de contra, pero en pocas tuvo la claridad necesaria para al menos terminar con la jugada.

Del otro lado, Gimnasia acumulaba delanteros pero todos fueron manotazos de ahogado, jugadas individuales, muchos centros y poca lucidez y tranquilidad para estar a tono con lo que se jugaba. Solo un remate al arco de media distancia y un centro con carambola entre el arquero Benítez y el ingresado Contreras, fueron las opciones con las que contó el hasta ahora líder del certamen.

Igual, los últimos instantes fueron a puro sufrimiento. Porque el QAC apostó a cuidar la diferencia, tuvo poco la pelota, y terminó defendiendo muy cerca de su arco. Pero un minuto antes del cierre, Pérez Godoy se llevó la pelota, quedó mano a mano con el arquero y definió pinchándola para desatar la euforia contenida en todo el estadio.

Fue un cierre de jornada a puro emoción, porque un equipo que estaba muerto y ya casi no tenía chances de salvación, tuvo una remontada a puro triunfo sobre el final de la temporada, aprovechó las ventajas que le ofrecieron los rivales directos en la pelea por la permanencia y, para sorpresa de muchos, terminó salvándose una fecha antes de dar por sentenciado el campeonato. A partir de ahora, quedará mucho tiempo para el análisis, pero con la certeza que lo hará sabiendo que seguirá jugando en la Primera División. Y para la historia de Quilmes, no es poca cosa.