La historia de Quilmes en este campeonato parece ser repetitiva capitulo tras capitulo. Más allá de la expectativa que generaba la posibilidad de jugar como local ante un Patronato que, como mínimo, estaba a la par de sus condiciones, el elenco dirigido por Alfredo Grelak volvió a fallar. Tras ponerse en ventaja, le dejó manejar la pelota al rival que, con un par de cambios desnudó un montón de falencias, desnudó su realidad y casi le termina ganando. Muchas dudas a futuro.

Estaba todo dado para que el QAC comience a revertir su situación deportiva actual. Venía de sumar por primera vez en el torneo y ahora se encontraba con la posibilidad de enfrentar a uno de los conjuntos menos poderosos de su zona y urgido por conseguir unidades que le permitan salir de la situación actual de necesidades que vive por su flaco promedio.

Y el equipo entendió ese mensaje porque, con sus carencias a cuestas, empezó a ser más incisivo que los paranaenses. Algunos disparos de Brian Mansilla fueron el llamado de atención para que, en la mejor jugada colectiva de la temporada, Adrián Calello (NdeR: la figura de la cancha) terminara definiendo contra un palo. Buen arranque, que no duraría mucho. Lentamente se fue apagando al punto de circunscribir su juego de ataque en una buena acción individual.

Encima, con el correr de los minutos, empezaría a mostrar las debilidades habituales de un elenco quebrado, que ataca sin demasiado punch y que se regala demasiado en la faz defensiva. Indudablemente, un problema que el DT no ve o logra resolverlo, porque se repite partido tras partido. Los ingresos de Guzmán y Matías Quiroga acentuaron esta situación y en un abrir y cerrar de ojos, el pánico volvió a apoderarse del Centenario.

Un corner sin demasiados misterios le dio el empate a Patronato a partir de un cabezazo de Furios por el segundo palo y un descalabro defensivo dejó a Mauricio Carrasco de cara al gol y, como toda ley del ex, este no falló. Si, Quilmes pasaba de tener las acciones medianamente controladas a verse perdedor, en medio de un clima de desesperación y muchas dudas, tanto dentro como fuera del campo de juego.

Apenas una reacción a base de enjundia y ganas que duró un par de centros, sirvió para que Damián Malrechauffe sentenciara el cierre del juego con un empate, a través de un cabezazo certero. Sin dudas, en un partido lleno de errores, lo podría haber ganado cualquiera de los dos, pero teniendo en cuenta sus flojas realidades futbolísticas, la parda no le quedó tan mal al partido.

Y como si esto fuera poco, ahora el Cervecero se llenó de más incógnitas de cara a lo que vendrá. ¿Cuál será la formula que podrá hacerle cambiar de imagen a este equipo? El lunes por la noche post empate con Patronato es imposible conseguir respuestas. De cualquier manera, deberán aparecer pronto.