Por Héctor Casenave *

El día anterior a la largada, muchas de las tripulaciones del club nos reunimos para la puesta a punto de las embarcaciones y a las 18.30 horas zarpar rumbo a Núñez. La navegación nocturna estuvo fantástica: desde al agua, con sus edificios iluminados y el constante tráfico aéreo, Buenos Aires toma otra dimensión.

Ya en el Club Universitario de Buenos Aires (CUBA) nos encontramos con quilmeños que habían zarpado durante todo el día. En la mañana de la competencia comenzamos con la puesta a punto final en el agua y a definir las tácticas que debíamos emplear durante la regata. Un viento del Norte con rotación leve al Este nos daba la seguridad de que sería una navegación franca, con la utilización de los Spinnaker y que, en nuestro caso al tener orza, debería ser muy fina y sin errores, los cuales pagaríamos con una tumbada.

Como estaba previsto, las largadas de las distinta series comenzó a las 10 horas. Cronómetro en mano, dándole al timonel los segundos de la largada, atentos a las viradas y a las otras embarcaciones, nos dan la señal… ¡y a darle presión a las velas! Dos segundos después vuelan los Spy y se forman esos maravillosos globos tan bellos como difíciles de trimar. Un caos controlado nos hacia disfrutar de la adrenalina de la competencia, el trimado del escotero del Spy, las órdenes del timonel: ¡más braza!, ¡menos amantillo!, ¡más contra!, ¡menos orza!, ¡banda!, ¡metele presión al globo! Todas sonarían como un gruñido por espacio de unas tres horas de una regata que para nosotros, lejos de ser una navegación monótona, fue de una constante pelea por las posiciones.

Durante una hora y media nos colamos en el espejo del Viva Zapata y a dos mangas del Dejavu. Sin dudas era una postal única la que mostraba a los tres PK22 enroscados en una pelea por la posición. Uno de la serie prácticamente nos metió el Spy en el cockpit en una ceñida donde volaron los “te protesto”, “sacame la bandera” y “¡te estoy orzando!”. Todos gritos de nuestro timonel al ver que el globo se nos estaba metiendo en las burdas y nos desventaba alejándonos de nuestro objetivo: el Viva Zapata, el cual nos había sacado unas dos esloras.

Logramos alcanzarlo y meter la proa detrás del espejo: orzábamos, orzaba, derivábamos, derivaba. Así por espacio de una hora y media, al cabo de la cual en una ceñida logramos despegar y comenzamos a poner distancia hasta que nuevamente nos trenzamos por la línea de navegación con otra embarcación. Otra vez a perder tiempo mientras el otro PK se alejaba solo.

La distancia que habíamos puesto al Zapata, unos 80 metros, se fue acortando hasta llegar juntos a la boya de trabuchada, pero una mala maniobra nos dejó nuevamente en su espejo. Cruzamos la llegada a solo unos cuatro segundos y, aunque no modificaran nuestra posición general o en la serie, los cuatro tripulantes -que con tan solo dos regatas juntos recién nos estamos conociendo- nos felicitamos satisfechos por la navegada.

Tripulación PK22 Viento Negro

Leonardo Agüera (Propietario)

Federico Gruñolff

Mariano L. Lamberto

Héctor Casenave

* Tripulante del PK22 Viento Negro ( 22° en la General, 2° en su serie), Fotógrafo, Colaborador de DQ.

Foto: Casenave Hector - Sudakka - Image Bank