Partido muy loco en el Centenario. En el peor tiempo de los dos, el primero, Quilmes consiguió sacar una gran y excesiva ventaja de dos goles ante un Colón que penaba por su incapacidad para definir en el arco contrario y por lo mal que marcó en las pelotas quietas. Y en la segunda parte, cuando se acomodó a la ventaja, el conjunto que dirige De Felippe no lo supo definir y al no sostener el balón en los minutos finales, vio como su rival sobre la hora llegó a un empate que a esa altura parecía imposible. Empate justo.

Indudablemente, la tarde del QAC deberá separarse en dos aspectos: los altibajos de un rendimiento que estuvo lejos de poder consagrarlo como el mejor de los dos equipos que hubo en la cancha y el dolor por haber desperdicio una oportunidad inmejorable para sumar de a tres, en un momento tan importante para sus aspiraciones personales. Pero claro, como hacer entender de merecimientos al hincha, cuando a conjunto de sus amores le señalaron dos goles, a los 44 y 46 minutos del segundo tiempo…

Antes de eso, el partido tuvo un desarrollo bastante extraño. Una etapa inicial donde la visita se mostró más protagonista, presionando, jugando a velocidad, con y sin la pelota, permitiendo que contara con una buena cantidad de situaciones de peligro que fue desperdiciando una tras otra increíblemente (Moreno y Fabianesi se la entregó en las manos a Trípodi; Gigliotti lo erro abajo del arco de cabeza y un tiro suyo fue salvado casi sobre la línea por Goñi; un centro de Ricky Gómez no fue gol por los reflejos del uno cervecero).

En medio de ese panorama, a Quilmes le alcanzó para hacer gala de su potencia y certeza en las pelotas quietas y allí sacó una ventaja demasiado importante. A los 15 minutos, fue Juan Cobo el que tomó un rebote que dejó el arquero Pozo, tras un remate seco de Lima y en la última jugada de esa parte, Ernesto Goñi anticipó a todos y con un testazo la clavó en el primer palo.

En el segundo tiempo, la realidad de ambos elencos fue cambiando. Mientras que Colón siguió yendo, pero debilitado por el apuro de intentar llegar al descuento, lo que lo hizo entrar en repeticiones y errores que le sacaron nivel a su rendimiento, al Cervecero se lo vio beneficiado por el resultado a favor y supo como trabajar el trámite del juego. Al punto que de contra lo podría haber cerrado en más de una oportunidad, por las ventajas que le otorgaba su rival.

Pero llegó el tramo decisivo del juego y los cambios no lo favorecieron al conjunto dirigido por De Felippe. El DT apostó a la frescura e inocencia de los pibes que están sumando sus primeros minutos yeso lo pagó caro. Quiso cerrar el juego con tenencia de pelota, pero nunca la tuvo. Y eso le permitió al Sabalero apostar por la heroica, con la fuerza de Raldes desde el fondo, la conducción del ingresado Mugni y lo que aportaran los demás.

Es cierto que, a esa altura las ideas ya escaseaban. Pero un tiro de Luque que se desvió en Goñi le dio vida y se llevaron por delante a un Quilmes que se vio envuelto en el típico miedo escénico que vive un equipo que tenía prácticamente ganado el encuentro. Entonces, llegó otro centro al área, un despeje corto, el remate de Caire, el arquero que da rebote y Gigliotti, que tantas claras había errado, definió en la boca del arco. Empate y a otra cosa.

Quizás haya sido justo, pero en el ambiente quedó la sensación de partido perdido. Principalmente, por el valor que tenían esos dos puntos que quedaron en el camino, cuando se viene una racha brava de partidos, en los que será muy complicado soñar con sumar de a tres.