El puntero del campeonato no necesitaba de fallos dudosos para intentar demostrar su superioridad en el terreno de juego. Vélez le ganó merecidamente a Quilmes un partido clave para sus aspiraciones, pero que tuvo decisiones del árbitro Diego Ceballos que incidieron en el marcador final. La roja directa a Olivera en el cierre del primer tiempo y una falta sobre Diz en el arranque de la jugada que desemboca en el gol de Ferreyra, terminan siendo determinantes dentro de un partido que, once contra once, el Cervecero demostró no ser menos que un candidato al título.

Lamentablemente al partido habrá que dividirlo en dos partes: un primer tiempo en el que, en igualad numérica, el QAC se mostró más agresivo pese a sus habituales dificultades con la pelota y un tramo final en el que el líder del torneo pudo desplegar sus mejor versión, gracias a un desarrollo más que favorable ante las dificultades por las que tuvo que pasar su rival.

Es cierto que no se le puede caer demasiado duro a este Quilmes que, pese a no haber contado con demasiadas situaciones de peligro (la más clara fue un remate de Cauteruccio que salió al lado del palo), en el tramo inicial se animó a sacarle la pelota a Vélez, lo apretó y asfixió, dejando que solo pueda crecer a partir de alguna participación de Insúa (la figura del juego) o de alguna subida en velocidad de Papa.

Claro que, el supuesto codazo de Olivera alteró todo. Porque para la parte final, el conjunto dirigido por De Felippe decidió tomar una lógica postura más cautelosa, dejando que la visita crezca, principalmente en una de sus mayores armas: la posesión del balón. Y para colmo de males, en la primera jugada de real peligro en esa segunda parte, llegó al gol. Todo se inició con una falta a Diz en la mitad del campo, maniobra que luego condujo Insúa, para derivar en un desborde de Cabral y la aparición del goleador, Facundo Ferreyra, dentro del área chica.

A partir de esa situación, el crecimiento en el rendimiento del puntero fue inversamente proporcional con la caída de un Quilmes, que se fue desinflando al darse cuenta que no tenía la forma para cambiar el destino del encuentro. Y aunque los de Gareca no supieron cerrarlo, los cambios en el local llegaron tarde y casi que el partido se fue sin vivir demasiadas situaciones que alteren su andar.

El festejo se fue para Liniers, mientras que el sinsabor quedó instalado en un Centenario que vio a un equipo capaz de hacerle frente a cualquier rival, pero que volvió a dejar puntos en el camino y que ahora encima deberá intentar recuperarlos a la cancha de Racing para que no empiecen a quemársele los papeles antes de tiempo.