Ni eso, que es una característica que acompaña al equipo durante sus últimas campañas, apareció por la noche de Avellaneda. Ni su enorme corazón pudo esta vez salvarlo de una estrepitosa derrota. Después de veinte minutos interesantes, en los que pudo haber sacado alguna diferencia a su favor, Quilmes pagó caro un par de errores que hicieron crecer de manera inesperada a Racing y le dieron la confianza suficiente para manejar el resto del encuentro a su antojo. En el segundo tiempo las diferencias fueron abismales, al punto que la derrota podría haber sido más abultada.

Los primeros minutos del partido poco hacían imaginar el desenlace que tuvo la historia. Un Cervecero que presionaba a su rival, que era prolijo con la pelota y que intentaba ser profundo, mostraba mejores atributos que el conjunto local. Y encima, gracias a dos pelotas quietas tuvo la chance de ponerse en ventaja: un remate directo de Lima que Saja desvió a un costado y un cabezazo que el arquero le sacó a Lema y que en el rebote Cauteruccio estrelló directo al travesaño, a dos metros de la línea de gol.

Pero esa imagen iría comenzando a desvanecerse lentamente. Pese a que de antemano los dirigidos por De Felippe sabían que Racing intentaría hacer la diferencia con sus rapiditos de mitad de cancha para adelante, le dio ventajas en ocasiones puntuales…y lo terminó pagando caro. Primero al dejar muy solo a Centurión dentro del área, permitiendo que el mediocampista ofensivo sacara sin problemas un remate bien bajo sobre el arco defendido por Trípodi. Y un par de minutos más tarde, por no saber despejar una pelota llovida (pifia de Lema), le permitió a Fariña, la figura de la cancha, marcar la segunda ventaja.

Demasiada diferencia para un primer tiempo mucho más parejo que lo que mostraba el tanteador. Pero eso poco le importaría a la Academia, que hizo una rápida lectura de la situación. Entonces, le dejó la pelota a un inexpresivo Quilmes, que apenas pudo inquietar con algún remate de media distancia en el tramo final y esperó el momento para meter el estiletazo del final. Ese llegó en una contra de tres toques, que volvió a definir Fariña. Faltaban casi veinticinco minutos, pero la historia estaba sellada.

Por eso, a partir de ahí fue todo un suplicio para el QAC, que empezó a cometer un error tras otro y le permitió soñar a su adversario con una goleada histórica. Solo los aciertos del arquero y algún esfuerzo individual evitaron que los dirigidos por Zubeldía lleguen a solo una conquista más (cabezazo cruzado del ingresado Pérez Guedes, entrando por el segundo palo).

El DT tardó en mostrar alguna respuesta desde el banco, sus futbolistas se entregaron mansamente ante la poca capacidad para dar vuelta la historia y la noche terminó en bronca generalizada. Derrota contundente que solo sirve para seguir acumulando las dudas de cara a los tres compromisos finales. A la gente poco le importó y armó su fiesta, gritando y cantando hasta quince minutos después de terminado el partido. Pero el próximo domingo ante Arsenal dará a conocer su verdadero veredicto.