¡Rayos y centellas! Lluvia incesante y fuertísima sobre el José Amalfitani. Sin embargo, en lugar de truenos, el único sonido que se escuchó en la noche de ayer en Liniers fue el de las más de las 40 mil gargantas que al grito de “el que no salta es un inglés” le habían puesto el pecho al mal clima y no perdieron oportunidad de alentar a Sergio Maravilla Martínez, el campeón de peso medio del CMB, Su campeón, el campeón del pueblo. Protagonistas de una noche histórica, el público le puso color y pasión al triunfo del quilmeño sobre el británico Martin Murray.

Tras el semifondo, en el cual el tucumano Luis Carlos Abregú se impuso al canadiense Antonin Decarie por el cetro Plata CMB welter vacante, el ambiente comenzó su increscendo. Para entrar en calor, antes del combate más esperado de la velada, Bajofondo -el aclamado conjunto de tango electrónico encabezado por Gustavo Santaolalla- realizó una poderosísima versión del Himno Nacional que hizo emocionar a todo el mundo. Enseguida, ni bien Murray, al ritmo de “Three little birds” de Bob Marley, comenzó su recorrido hasta el ring, el estadio se cubrió de una silbatina abrumadora para, ya de entrada, hacerle sentir bien su condición de visitante. Pero, lo más impresionante, estaba por llegar.

Las luces se apagaron para darle lugar a un imponente show de fuegos artificiales que salían de los alrededores del estadio y de la estructura del ring. Al mismo tiempo, comenzó a sonar “Latinoamérica” de los puertorriqueños Calle 13, y ahí estaba René, su frontman, cantando en vivo mientras iba a la par de Martínez en su camino hasta el cuadrilátero. Tanto el campo, como las plateas y populares, se vinieron abajo al grito de “dale campeón” y “Argentina, Argentina”. Piel de gallina en los brazos de todos los asistentes.

Hubieron varios hits entre los clásicos cantitos de cancha que, por una vez, se adaptaron para el boxeo, como el “vamos Sergio vamos, ponga huevos que ganamos” que atronó en los tramos más difíciles de Maravilla en el combate, quien, a su vez, en algún que otro pasaje del duelo, hasta se animo a arengar al público mientras esquivaba los golpes que lanzaba Murray, un retador que, a pesar de un escenario totalmente adverso, nunca se dejó llevar por el ambiente y mostró su valentía, hecho que, junto a la lluvia y los rayos, hizo aún más épica la pelea.

Finalizado el duelo, el cual fue parejo y trabajoso para el quilmeño, la incertidumbre invadió el Amalfitani hasta que el mítico presentador Michael Buffer anunció el fallo unánime a favor del quilmeño. Ahí, la multitud nuevamente volvió a estallar, viendo que la fiesta se consumaba con un final feliz. Emocionado, aún arriba del cuadrilátero, Martínez retribuyó tanto cariño recibido: “¡Arriba Argentina! ¡Gracias Argentina! ¡Este campeonato es de todos ustedes!”, gratitud que repitió al momento de la conferencia de prensa: “Fue el momento más emocionante de mi vida. Di todo, a pesar de la mano rota, por mi familia y por todos los argentinos que estuvieron acá”.