A pesar de haber comenzado a los tumbos, con el correr de los partidos, el equipo terminó jugando en muy buena forma en 1960. Para ese cambio fue clave el ingreso de sangre nueva: Roberto Aguirre, el Colorado Sánchez, Rubén Nemiña, Hugo Carro y yo le aportamos otra fisonomía y cerramos la temporada con muy buen pie.

Luego de conquistar el 7 de marzo de 1961 el Torneo Hexagonal Nocturno en el cual enfrentó a Platense, Tigre, Banfield, Deportivo Morón y Nueva Chicago, el plantel cervecero y las huestes quilmeñas empezaron a soñar seriamente con volver a Primera División. Se cumplían exactamente diez años sin el Decano del Fútbol Argentino en la A y, viendo el rendimiento del equipo, en el QAC había un solo pensamiento: conseguir el campeonato y regresar a la elite.

Para lograrlo, el camino resultó muy arduo. Varios jugadores de 1960 emigraron a otros clubes: Tsu, Scianca, Sánchez, Campos, el chileno Hernández, Nappe, Pisciotto, Luca, Possoco y algún otro no tan nombrado, pero también llegaron futbolistas avezados en la divisional: G. García, Giannello y Rivero (Unión de Santa Fe), Villalba, Ducca, Díaz, Rinaudo y Porporato (Rosario Central), Felipe Bracamonte (Estudiantes de La Plata) y Tejerina (Atlético Tucumán, anteriormente hizo pareja con Canceco en Argentinos Juniors).

Tanto los dirigentes como los jugadores estábamos convencidos de realizar una campaña excelente que nos coronara con el éxito y, junto al cuerpo técnico formado por Don Pedro Rodríguez (DT), el profesor Marcelo Sonaglia (PF) y José Santiago como nexo entre el fútbol amateur y el profesional, nos mandamos a la gran tarea del ascenso.

Yo tenía 21 años y estaba haciendo el servicio militar en la Marina de Guerra. Era como un infiltrado en el grupo. Claro, corría como el mejor. Entrenábamos los lunes, martes y jueves, a la tarde en el Quilmes A.C. y tenía instrucción en el Servicio Militar todos los días a la mañana. Era un avión. Disparaba por la punta derecha, llegaba al fondo de la cancha, levantaba la cabeza y metía centros y centros para que delanteros especialistas cabeceadores como Angel del Moro o Felipe Bracamonte pusieran las pelotas muy lejos de los arqueros y fue por esa vía como ganamos muchos partidos.

En la divisional había grandes equipos como Banfield, Platense, Nueva Chicago, Newell’s, Tigre, Unión de Santa Fe y All Boys. La patriada era dura y desde el primer momento pusimos todo: juego, entusiasmo, corazón y ganas. Así se fue forjando de a poco la ilusión y la gente de Quilmes nos acompañó en todo momento.