Las condiciones eran inmejorables para tratar de seguir subiendo en la tabla. Después de haberse envalentonado en las jornadas anteriores, Argentino de Quilmes tenía la opción de cerrar el duelo con Midland que había suspendido con una ventaja en el tanteador. Pero el elenco conducido por Gabriel Manzini tuvo un flojo partido y encima, regaló el gol del empate: Molinas Ríos quiso salir como último hombre pero regaló la pelota para que el diez rival defina de emboquillada. Un punto al bolsillo, muy poco para soñar con el Reducido.

Que historia extraña la del Mate en esta temporada. Cuando nadie lo imaginaba, se posicionó como uno de los mejores equipos del campeonato, lideró las posiciones y mostró un alto nivel de juego. Pero cuando tenía todo a favor, comenzó a caer en picada, al punto de terminar en la mitad de la tabla. Parecía entregado pero de golpe encadenó un par de buenos resultados que, increíblemente, le dieron nuevamente vida. Y cuando debía ratificarlo, dejó escaparlo al entregar un partido que comenzó ganando.

En esta ocasión, el equipo quizás ingresó más relajado de lo normal por la ventaja que ya había logrado en los 31 minutos jugados el 28 de septiembre (NdeR: anotación de cabeza de Valenti). Le dio el protagonismo al conjunto de Libertad que, pese a intenciones, poco pudo generar de cara al arco contrario. Y en el momento que lo de Manzini intentaban reaccionar, vino el regalo: Adrián Leguizamón decidió salir jugando por lo bajo, le entregó la pelota al mediocampista central Molinas Ríos, que sorpresivamente había quedado como el jugador más retrasado, pero éste al querer enganchar, perdió la pelota con Slimens, que definió de manera brillante de emboquillada.

A partir de ahí, llegó la desesperación y el tratar de volver a sacar una diferencia como sea. Por eso, terminó chocando con sus propias fragilidades, a partir de la incapacidad de manejar la pelota con criterio y la tranquilidad necesaria para encontrar los momentos y las situaciones necesarias para convertir. De a poco, el rival fue cediendo en su presión y se volcó a asegurar el empate y apostar a alguna contra.

Las situaciones de gol escasearon y los 59 minutos se terminaron de consumir entre la desazón absoluta en la Barranca. Quedan doce puntos en juego, pero da la sensación que ahora si será muy complicado. Solo el cien por ciento de los puntos le daría alguna vida, pero con este equipo tan irregular, parece difícil poder confiar en un cierre en el que se muestre a la altura de las circunstancias.

Foto: Fernando Martini