Era la última oportunidad para engancharse en el vagón de equipos que pelean por la salvación. Después de una fecha favorable desde los resultados ajenos, Quilmes llegó a Liniers con la necesidad de cortar la mala racha y acomodarse en la tabla de los promedios. Pero los dirigidos por Cristian Díaz volvieron a tener otra labor muy opaca y apenas si pudo rescatar un punto, gracias a los aciertos de su arquero y los errores ofensivos de Vélez. Sigue muy complicado.

Hay algo que está claro. Este Cervecero limitado, de actuaciones decepcionantes, con escaso poder futbolístico se sostiene con vida más en la tabla que dentro del campo. El equipo permanentemente muestra la involucionó en la que ha caído durante este semestre, al punto de haberse transformado en uno de los peores elencos del torneo, desde el nivel de juego.

Así y todo, llegó a Liniers para pelearle el partido a un Vélez dubitativo, que también cuenta con mucho pibe y que, si bien tiene una idea mucho más concreta y ordenada, las piezas no parecen estar en el estado optimo de sus condiciones. Eso, la falta de experiencia y el sufrimiento por demás para un club que no está habituado a pelear por la mala (NdeR: se va a salvar claramente de la pérdida de la categoría), hicieron que el partido sea chato y escaso de emociones.

Sobre todo en el tramo inicial, donde el QAC jugó presionando más arriba, aguantando mejor ciertas embestidas y tratando de contestar a partir de algún pelotazo largo o alguna corrida por el costado derecho. Es cierto, poco y nada, casi que ni cosquillas le hizo a otro arquero rival. Pero en el segundo la historia fue distinta: los de Díaz volvieron a aflojar un par de marchas, el Fortín se plantó en campo contrario y las situaciones de peligro comenzaron a aparecer.

La mayoría de las situaciones tuvieron como protagonista a Mariano Pavone, receptor de varios centros en el borde del área, pero el nueve estuvo peleado con el arco en esta noche de lunes y en las pocas que definió de manera acertada, se encontró con un Rigamonti de nuevo con un alto rendimiento que sacó varias bravas. Aunque quizás la más espectacular haya estado en el descuento y con Diego Zabala como ejecutante. Un disparo fuerte que el arquero sacó contra el palo.

Ya para ese momento, Quilmes era un cumulo de voluntades que trataban de equivocarse lo menos posible, sacar el partido, salir de perdedor y patear la definición para más adelante. Es que el punto puede servir desde lo emocional por el presente que vive el equipo, pero poco para su objetivo final. Si no gana partidos, el Cervecero descenderá de categoría. Y para ganar hay que hacer goles, hay que patear al arco, hay que arriesgar más… todas materias que no tiene aprendidas pero de las que deberá tener cierto conocimiento, tras un curso acelerado.

Quedan cuatro finales más pero para conservar las posibilidades, el QAC deberá ganar la próxima semana como local. Sin tres puntos prontos en el bolsillo, ya no habrá sumas y restas que sirvan. Por ahora, le alcanzó para estirar la agonía.