Una verdadera fiesta en las tribunas, y un partido chiquito en el campo de juego. La masiva convocatoria del QAC sumado a la muy buena cantidad de público que se movió del lado de Barracas, le dieron un gran marco a la cancha de Racing para disputar una final de campeonato. Y el trámite tuvo, justamente, todos los condimentos de un partido definitorio: sacrificio, errores, pocos espacios, la intención de no arriesgar por demás…

En medio de la poca lucidez general, el primer tiempo permitió observar las únicas situaciones de peligro. Con un Guapo que mostró mejores cartas en los poquitos momentos que pudo darle más sentido a la circulación de la pelota y un Cervecero que intentó prevalecer con la velocidad por los costados y las pelotas áreas.

Un gol bien anulado por offside después de una linda jugada colectiva sería el primer movimiento de Quilmes en ofensiva. Los dirigidos por De Paoli responderían con un cabezazo que desviaría Saracho para que termine dando en el travesaño, en la jugada más clara que tuvo en todo el encuentro. Un testazo al palo y un desvío en otro balón aéreo que despejó Gagliardi y que después no pudo ser conectado por el segundo palo, serían de las mejores chances para el QAC en ese lapso.

El complemento ya tuvo otra tónica. Ambos entendieron que era mejor no perder que arriesgar por demás. Así y todo, fueron los de Sava los que adoptaron un mayor compromiso y mostraron algo más de interés, pero ante cada intento se desdibujaba por sus propios errores y falta de ideas o capacidad resolutiva.

Y así llegaron los penales, que también respetaron bastante la igualdad entre ambos, a partir de buenas ejecuciones. Pero en un partido tan cerrado como definitorio, los mínimos fallos se pagan y terminan siendo decisivos. Rafael Barrios tuvo un muy mal remate en el último de la tanda de cinco y ya no hubo vuelta atrás. Valenzuela anotó para Barracas y desató la alegría en una institución que después de más de siete décadas vuelve a la elite del fútbol nacional.

Para Quilmes, la frustración de perder una oportunidad inmejorable. Pero sobre todo, la sensación de haber dejado pasar un momento de idilio entre el equipo y la gente, pocas veces visto. Con una mirada futura en la que la reconstrucción parece sonar a quimera, seguir intentándolo es el único camino para levantarse de un golpe tan duro. Aunque hoy, en medio de tanto dolor, eso tenga sabor a poco.

Foto: Telam