Más allá del presente que le toca vivir, flor de alegría se dio Quilmes en Liniers. El Cervecero bajó al mejor equipo del campeonato en su casa, y casi lo saca de la punta. Con un planteo inteligente, individuales en un alto nivel y un segundo tiempo donde no le dio respiro a su rival, los dirigidos por Caruso Lombardi sumaron su segundo triunfo seguido y anuncian que darán pelea hasta las últimas consecuencias.

Estruendoso triunfo logró el QAC. De esos que se festejan por varias horas seguidas. Porque, si bien no faltará aquel al que la dura realidad siga superando, estas son las victorias que se celebran doble. Es que, bajaste al líder, uno de los clubes más importantes del país y quizás el de mejor nivel futbolístico en este campeonato, le ganaste en su casa, te impusiste con autoridad y sumaste tres puntos que en tu bolsa cotizan oro.

Aunque, lo más rescatable de esta jornada es el alto rendimiento que mostró el equipo. Más allá que en algún momento el rival le tocó la pelota, fiel a su característica de juego, Quilmes demostró tener la autoridad suficiente para plantársele y salirle a jugar a cara de perro.

Seguramente, en el tramo inicial Vélez haya sacado una mínima diferencia, por ser más profundo. Sin tantas claras (flojo partido de Silva), llegó a la apertura en un momento impensado y de una manera más extraña aún: cambio de lado de Zapata, una pelota que supera a toda la defensa y que lo encuentra solo a Canteros, que cabeceó bombeado por encima de Galíndez.

Pero ese golpe no sacaría al Cervecero de su línea, ni de su plan de partido. Caruso sabía que a un rival con mucho trajín, había que jugarle un partido largo. Por eso, a mitad de segundo tiempo y con su equipo haciéndole pasar alguna zozobra a los de Gareca, mandó toca la carne al asador. Y enseguida encontró respuesta: Barovero le tapó un cabezazo a Romeo, pero el rebote lo tomó Caneo, que rompió el arco.

Aunque ese fue solo el primer aviso, la sorpresa comenzaba a gestarse. Desordenado, aturdido y sin demasiadas respuestas colectivas, el local intentó llevarse por delante al Cervecero a través de sus individualidades. Pero no solo no pudo, sino que en el primer error, lo pagaría caro. Kalinski robó una pelota y habilitó a Vázquez, que definió de forma certera. Y en medio de tanta algarabía, Cauteruccio se mandó una corrida bárbara y le cedió la pelota al goleador para que defina.

En los instantes finales, Vélez llegaría al descuento por medio de Vuletich, pero ya nada cambiaría. El festejo se había trasladado a una tribuna visitante, que se tomó el tiempo necesario para celebrar como corresponde un resultado de tal magnitud. El tiempo dirá si los puntos sirvieron desde el costado deportivo. Desde lo emocional, fueron generadores de una de las mejores noches de toda la temporada.