El objetivo lo alcanzó, más allá que las formas no fueron las adecuadas. Después de dos derrotas consecutivas, Quilmes debía conseguir una victoria ante Chacarita para recuperar la confianza y conservar su esperanza de darle pelea a los primeros de la tabla. Pero a pesar de haber sumado los tres puntos, el equipo dirigido por Omar De Felippe no tuvo una actuación convincente y su rival, el último del campeonato y casi descendido, bien podría haberse llevado una igualdad del Centenario.

Queda poco camino por recorrer, pero mucho resta por cambiar en este presente del Cervecero. En apenas siete fechas que restan para terminar la temporada, el nuevo DT y los futbolistas deberán encontrar una versión mejorada de lo que se vio en la tarde del domingo en el Estadio Centenario, para que Quilmes conserve posibilidades de luchar por un ascenso. Porque ante un rival inferior, pasó demasiados apremios y se llevó un resultado que excedió a la realidad.

Estaba claro que era el partido para intentar reponerse, pero desde el juego, el QAC no mostró demasiadas mejorías. Arrancó el juego dubitativo, nervioso, errático con la pelota y con un público que ya no soporta de nuevos traspiés y ante el primer descontento, lo hacía saber claramente desde la tribuna. Por eso, le tocó entrar en ritmo de juego, y encima enfrente tuvo un rival que, perdido por perdido, fue al frente con sus limitaciones a cuestas.

Apenas, un buen pase en profundidad para la aparición de Corvalán (fue salida sobre su sector durante todo el partido) dentro del área, que terminó en una grosera falta del defensor Paredes, sirvió para que desde los doce pasos, el equipo descargara su incapacidad colectiva en la red contraria: Miguel Caneo, el mejor del equipo, colocó la pelota sin problemas contra un palo. Los de De Felippe estaban en ventaja, un buen síntoma para tratar que la cosa mejore…

Pero poco cambió. Solo el compromiso de algunos futbolistas, la búsqueda de ser un poco más profundo en ciertos momentos, entibiaron una producción que podía haber recibido aún más cuestionamientos desde la popular. Claro que, en un deporte sin merecimientos, también hay que explicar porqué, pese a todo, pudo quedarse con el triunfo. Está más que claro: Chacarita está donde está por virtudes rivales pero principalmente por carencias propias. La incapacidad para resolver sus oportunidades, sumada a la mala fortuna y algún error arbitral (podría haber cobrado penal en la última jugada, por mano de Rimoldi), lo volvieron a dejar sin nada.

En cambio, Quilmes se pudo dar el gusto de celebrar tres puntos añorados…y nada más. Solo un iluso no se daría cuenta que jugando de esta forma, el equipo perderá más encuentros de los que saldrá ganador. Ahí está la parte que preocupa y que no permite atreverse a soñar demasiado.