El empate se valora por la actualidad de uno y otro. Quilmes llegó a Rosario de punto y casi sin posibilidades de molestar al puntero del campeonato. Pero con sus carencias a cuestas, los dirigidos por Omar De Felippe lucharon y pelearon el partido, no le dieron demasiadas ventajas a Newell’s y con mucho esfuerzo pudo traerse un punto muy valioso del Parque Independencia, cortándole una importante racha victoriosa al elenco local. Una unidad que suma en la tabla y en el ánimo de todo el grupo.

Garra, corazón, entrega…muchos son los adjetivos que se pueden utilizar para justificar el resultado que el Cervecero se trajo para la ciudad. Más allá de haberse visto superado en varios pasajes del juego por un elenco de mayor nivel (aunque hoy estuvo lejos de su mejor versión), queda claro que a esta versión remendada y con muchas bajas del QAC lo que nunca le va a faltar es el dejar todo hasta las últimas consecuencias.

De cualquier manera, el tramo inicial fue mucho más parejo. La visita arrancó y terminó mejor, presionando y consiguiendo robarle la pelota por varios minutos a un conjunto rosarino que se siente más cómodo con la redonda en su poder. Inclusive, llegó en más de una oportunidad y obligó al arquero Guzmán a alguna revolcada (la más clara fue un remate cruzado de Mansilla). Claro que, en el lapso restante, el Leproso lo llevó a defender muy cerca de su propio arco y con remates de media distancia comenzó a transformar en figura a Emanuel Trípodi.

Pero su figura se agigantaría en la parte final. Es que, sin la claridad de otros encuentros pero monopolizando el balón, Ñuls se convirtió en el protagonista absoluto del juego. Fue allí cuando el arquero cervecero mostró sus dos mejores paradas: una sacando al travesaño un tiro de emboquillada de Maxi Rodríguez y en la mejor de todas, cortando un centro rasante y luego tapándole el rebote a Pablo Pérez que llegaba de frente al arco.

A esa altura, Quilmes ya se había olvidado del área rival y solo se dedicaba a impedir y cortar los circuitos futbolísticos de su adversario. Pese a eso, no tuvo que sufrir tantas jugadas en contra, y a medida que iba pasando el tiempo se empezó a dar cuenta que sacar un buen resultado de una cancha maldita (no ganó en toda su historia) era posible.

Y así fue. La resistencia llegó hasta el minuto noventa y cinco, cuando el árbitro Delfino decretó el final y determinó que el esfuerzo del equipo tuviera un premio. Un verdadero premio al aguante.