Quilmes e Independiente jugaron más pensando en la tabla de promedios que en lo que podían realizar dentro del terreno de juego y armaron un partido muy chiquito en el Centenario. Después de una primera parte casi sin emociones, el Cervecero mejoró en el complemento y arrió a su rival, al punto de hacer revolcar un par de veces al arquero Rodríguez. El punto repartido mantiene la diferencia entre ambos y los obliga a seguir recolectando unidades en lo que resta del certamen.

Típico de un encuentro de estas características, tan charlado y manoseado en la semana. Mucho se habló y se especuló durante los días previos sobre lo que podía llegar a suceder en el campo de juego. Y finalmente, entre dos equipos que supuestamente buscaban la victoria, se dio un cotejo chato y aburrido, que dejó conformes a ambos con el punto.

El buen momento del QAC y el irregular presente de los de Avellaneda se dieron la mano en los primeros cuarenta y cinco minutos en el Estadio Centenario. Casi nada para rescatar entre un elenco visitante que manejó mejor la pelota, pero que tuvo poco peso ofensivo y un local que se mostró muy retrasado en el campo y errático con la pelota. Pese a eso, Oberman tuvo una clara con un remate que se fue al lado del palo.

Para el tramo definitorio, los dirigidos por De Felippe cambiaron el chip y salieron más decididos. Presión constante, mejor asociación a la hora del traslado de la pelota y a aprovechar cualquier error contrario. Eso le sirvió para estar cerca de abrir el tanteador, por un remate de Mattos y otro de Oberman, ambos enviados al corner por el arquero Rodríguez. Del otro lado, Independiente se fue entregando lentamente a su realidad futbolística y solo las corridas del colombiano Caicedo parecían capaces de generar alguna zozobra.

Pero ninguno de los dos se animó decididamente a ir en busca de los tres puntos y el partido se les fue escurriendo entre los dedos hasta llegar a un final en tablas. Para Quilmes es otro partido invicto, pensando en tratar de seguir por la senda que lo lleve a la salvación. Poco más para rescatar en un cotejo que se anunciaba como la final del mundo y apenas se asemejó a un soltero contra casados.