Derrotas duras, de esas que amenazan con replantearse todo. De esa magnitud fue el cachetazo que recibió Quilmes en su presentación (y despedida) de la Copa Argentina. Frente a un Banfield inspirado, al que le salieron todas, pero con un nivel bajísimo individual y colectivo, los dirigidos por Quattrocchi sufrieron una goleada que genera dudas. Un planteo táctico que parece no quedarle cómodo, la falta de marca y libertades en ciertos sectores de la cancha y una llamativa falta de actitud a la hora de salir a pelear el encuentro, son los principales problemas que mostró el equipo.

Pese a la sana intención de querer ser protagonista del juego, lentamente el QAC fue cayendo preso de sus propios errores, hasta terminar estrolado en el campo de juego de la cancha de Racing. Frente a una multitud de hinchas que se dieron cita un día de semana en horario laboral para ver al equipo fuera de su casa después de mucho tiempo, el Cervecero mostró su peor cara.

Todavía no había habido emociones, pero el conjunto de Quattrocchi en la primera que profundizó Banfield, les dio todas las ventajas para ponerse en ventaja: floja contención de Dulcich ante un remate, dos rebotes y en el último, Cazares solo en el punto del penal, terminó clavando el balón en un ángulo. Más allá de ese sacudón, Quilmes intentó seguir siendo prolijo, pero sin convicción, ambición ni ideas para poder quebrar a un rival bien plantado, que una pelota parada empezaba a justificar su ventaja: Noguera agarró un balón perdido en el área chica y la clavó de chilena, convirtiendo un verdadero golazo.

Un cambio obligado (Carli por Martínez con esguince de rodilla) y otro por decisión del DT (Sarmiento en lugar de Vuanelo), el QAC saltó a la cancha en la segunda mitad, pero lo único que consiguió fue darle más ventajas a un Taladro que empezó a crecer, al punto de convertir dos verdaderos golazos y florearse por varios pasajes del juego. Tagliafico con un remate al ángulo desde 25 metros y Salcedo después de una muy buena jugada colectiva, liquidaron a historia a más de veinte minutos del cierre.

A partir de ahí, el Cervecero deambuló por el terreno con claros signos de no haberse recuperado nunca de un golpe tan fuerte e inesperado. El rival fue superior porque jugó mejor y porque el propio Quilmes lo hizo muy mal. Y eso es lo que preocupa, sabiendo que para un momento delicado como el que comenzó a vivir, el técnico deberá plantearse todo de cero.